No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo. Oscar Wilde

lunes, 7 de septiembre de 2009

RESTAURACIÓN

La radio me acompaña desde que me reconozco. Soy una niña de la radio. Cuando era pequeña en mi casa había una enorme, con dos altavoces grandes a cada lado forrados de una tapicería de color marrón claro, en medio tenía una pantalla de cristal con una aguja simulando la de un reloj que se movía al accionar el botón de la sintonía; además de la numeración de las ondas hercianas tenía escritas en esa pantalla de cristal los nombres de muchas capitales europeas y de ciudades españolas. Creo que ahí empezó mi afición por la Geografía, al menos así aprendí nombres de ciudades que ni si quiera sabía dónde estaban.
Al pensar y recordar estas cosas, me viene la imagen de mi padre y yo sentados frente del aparato, escuchando las novelas que no seriales; los concursos, los sainetes, el teatro radiofónico, los programas de discos dedicados, los benéficos… los “partes” informativos, (tardé mucho en saber porqué se llamaban así: eran como los partes de una guerra) el Régimen, de esta manera se aseguraba la misma y poca información que se emitía, ya que todas las radios del país (nación) conectaba con la Radio Nacional de España con el pretexto de las señales horarias… Recuerdo muy bien aquella música de la conexión- desconexión.
La fotografía que guardo en mi memoria es, la de mi padre y yo sentados en las sillas bajas de enea, las de la costura, como se llamaban entonces. Había algunos programas, como “Matilde, Perico y Periquín” que no olvidaré jamás; eran más que didácticos, ejemplarizantes y siempre tenían una moraleja. Aunque eran tarde siempre los oía: “eso no se hace” o “aquello no se dice”; lo recuerdo muy bien, muy bien.
Matilde, Perico y Periquín fue un serial radiofónico emitido en España por la Cadena SER entre 1955 y 1971 Especialmente popular se hizo la canción del Cola-Cao, empresa patrocinadora de la emisión, con una letra que posiblemente no superase los cánones de la corrección política del siglo XXI, pero que en la época pasó a formar parte del imaginario colectivo:

Yo soy aquel negrito, del áfrica tropical, que cultivando cantaba la canción del cola-cao, y como verán ustedes, les voy a relatar, las múltiples cualidades de este producto sin par; lo toma el futbolista para marcar goles también lo toman los buenos nadadores si lo toma el ciclista, se hace el amo de la pista si lo toma el boxeador, (bum, bum) golpea que es un primor ,es el cola cao desayunos y meriendas, es el cola cao desayuno y merienda ideal, cola cao, cola cao.
"LA RADIO"

5 comentarios:

  1. ¡Ah, qué recuerdos...! Son los mismos que tengo yo. Y "El criminal nunca gana", "El Zorro" y los cuentos...con su lógica ilógica que yo ya argüía: Principe, ¿que va a ser de nosotros si vuelve la bruja?
    ¿habéis dicho "nosotros", luego me amáis" jajaja
    Y las sillas de enea, tan cómodas y caseras, algunas ya se cimbreaban y todo jajaja

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  2. Debido a la tele yo no llegué a la radio, pero cuando se murió mi abuelo su transistor vino a mis manos y lo guardo en el cajón de mis escritos.
    Muchas veces escucho las tertulias de la tarde de la ser y me da mucha envidia los periodistas que trabajan ahí ya que parece que se lo pasan muy bien. Me encantaba también la estación azul, en fin, la radio es bonita por el poder magnético que tiene la voz, la compañía y a la vez la soledad.Es una pena que se haya perdido un poco

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  3. Que gracia...cuántos recuerdos de niña...
    Era chiquita cuando sentada entre las piernas de mi madre mientras esta cosía, oía Simplemente María.ja,ja.
    Besos

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  4. A mí tambien me encantaba Matilde Perico y Periquín.
    Y como tú guardo la radio de aquellos tiempos, en que toda la família escuchábamos las noticias en ella.
    Un abrazo fuerte Rosario

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  5. En la casa de mi abuela en Alicante, estaba el rincón de la radio, con una butaca al lado, y recuerdo a mis tias -hermana y prima de mi abuela, que vivían con ella-, sentadas en aquel rincón escuchando aquel aparato, muy del estilo del que tienes tú en la foto.
    ¡Mi madre aún conserva la radio, ojalá pudiera heredarla, me encanta!
    Buenos recuerdos los que nos traes...muy evocadores.
    Un beso

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