No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo. Oscar Wilde

martes, 12 de junio de 2012

LA DECISIÓN


    Olegario Rodero Laguna es hijo de un conocido y afamado especialista en Otorrinolaringología. El día que inauguró su consulta lo hizo a bombo y platillo, tanto, que la noticia pudiera llegar hasta a los sordos.
         El padre le pasó la nómina de su clientela, igual que le ofreció el instrumental y le dejó la séptima planta de un edificio muy bien ubicado en un barrio de alto nivel adquisitivo. Y, le dijo: “hijo, las gargantas son muy importantes. Dedícate a ellas”. Olegario es hijo único. Heredó de la madre una imponente nariz, regia, señorial, de corte heleno. Quizás debió dedicarse a la cata de vinos, narices no le faltaban, pero fue, por tradición familiar, otorrino, contentando así a sus progenitores que siempre le daban consejos. La   orgullosa madre del especialista en garganta, oído y nariz le decía “los audífonos son el futuro. Dedícate al oído”. Ella disponía de un buen olfato comercial. Napias no le faltaban.
         Pasó el tiempo y un día Olegario llamó a sus padres para que vinieran a la consulta. Usó como pretexto la compra de un nuevo equipo de rinoplastia. Quería saber la opinión de su padre. Le iba mejor que bien. Tenía pacientes de variopintas sintomatologías. Cuando llegaron, después de los rituales  saludos, él los hizo pasar al despacho. Una vez sentados, les espetó sin preámbulos, su decisión: “Me dedicaré a la nariz, y la primera en operar ha sido la mía. ¿Qué os parece?” Los padres, que no se habían percatado del hecho, se miraron atónitos, con las orejas prestas a sus explicaciones.
         Después de la impresión sufrida, la madre no sólo hizo alusión a la nueva y perfecta nariz, sino que tal como se las gastaba ella, después de comprobar, que su hijo se había desprendido de aquel apéndice que ambos compartían y,  a modo de sentencia profirió: “Te ha quedado perfecta, quién mejor que tú para hacerte de una buena clientela, hijo mío.” El padre corroboró la opinión de  su señora, cómo no: “Has tenido un par de… Y mira  que no rima con narices”
         Olegario se convirtió en un reconocido especialista, publicó su proeza en las mejores revistas científicas de medicina. Lo hizo con todo el rigor y basándose en la evidencia clínica, pero tuvo la osadía de llamar a su publicación “Mi epopeya anti-helena”. Su madre nunca lo perdonó.
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Envié este relato a La Esfera Cultural en la convocatoria "Con un par de narices". No fue seleccionado. Otra vez será...
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16 comentarios:

  1. Delicioso. Fino humor e ingenio "respirables".

    Disfruto tu desbordante creatividad amiga y siempre refrescante mirada.

    Hace mucho que dejé de creer en certamenes. Pero no en talentos como el tuyo.

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  2. Ja, pues a mí me parece una epopeya de lo más divertida, Cabopá. Yo te lo selecciono. Chimpún.

    Un abrazo, fresquito de la mañana.

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  3. Era peliagudo el tema, al menos para mi, yo hice lo que pude y no lo suficiente tampoco. De modo que, con un par de narices o sin ellas, yo también me quedé en la cuneta, ahora sé que contigo, de modo que... no parece mal, en buena compañía.
    Besos, Luisa

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  4. Ellos se lo perdieron....Me gusta tu humor fino e irónico y tu manera de expresarte, me parece fantástica y divertida tu história, ¿como le iba a
    perdonar la madre a su hijo del alma el título de la publicación ?
    y perder el palmo de nariz que compartían a través de generaciones...
    hasta aquí podíamos llegar..

    Feliz día.

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  5. Cabopá, un relato muy "elegante" y de clara belleza "clásica". No me extraña que la madre no pasara por ahí: anti-helénica es demasiado anti-belleza clásica. Eso es echarle muchas narices... A propósito, su señora madre no se llamaría Helena y por eso le dolía más el nombrecito de la epopeya?

    Un beso nada clásico...

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  6. El toque de humor que tiñe todo tu relato me gusta mucho, tiene imágenes estupendas. Me he reído leyéndote y eso ha sido un placer.

    Un beso

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  7. Me has hecho reír Cabopá. Gracias!!!

    Besos desde el aire

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  8. Pues sinceramente muy bueno. Me gusta especialmente este relato porque está contado de forma muy fría, muy literaria, sin intrusión de ninguna emoción, o casi ninguna. Por eso el "tal como las gastaba ella" es quizá lo que menos me gusta, porque implica romper esa frialdad que le sienta tan bien al relato. Impecable (e inapelable) esa frase final.

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  9. No importa que no te seleccionaran, lo has hecho fenomenal y con mucha gracia.
    Lo importante es que disfrutes mientras escribes.
    Un abrazo fuerte amiga, desde mi Librillo.

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  10. Lo que mas me gusta de estas letras es el tremendismo con el que cuentas la historia.

    Besos y se feliz!

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  11. Eso se llama probar la propia medicina. Un psiquiatra que se hace el psicoanálisis, un cura que se confiesa con otro colega, un ladrón que se roba a sí mismo, un político que se autoengaña, un juez que se manda detener por hacer cosas ilegales... Oye, esto da para mucho. Podrías hacer otro cuento.
    Un saludo.

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  12. El relato de los hecho sucesivamente sin apasionamiento es un estilo que me va mucho, para mí lo mejor del relato, quizá un final sorprendente le hubieras puesto un par de narices más.

    Si has didfrutado mientras creabas el relato ya has tenido tu recompensa, mejor que cualquier premio.

    Un beso,guapa, disfruta del verano.

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  13. A mi me ha gustado mucho :)


    Un saludo

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  14. Pues a mí me gusta como está contado, con esa distancia que para nada anuncia por donde va a ir el tema y al final ha sido divertido.
    ¡A la próxima será!

    Besitos

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  15. Cabopá, sentimos que el texto no haya sido seleccionado. Es la decisión de los nueve integrantes del comité. Nos quedamos con tu deportividad. Muy grande¡¡¡
    Un saludo desde La Esfera.

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