No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo. Oscar Wilde

jueves, 15 de mayo de 2014

MICROS EN LA ALAMBRADA





La hija de la maestra
En la pizarra, unas operaciones fáciles, en los pupitres niños semidormidos. Por las ventanas la luz filtra los rayos de sol jugando en un haz  de colores. En la escuela, la alegría se manifiesta como los cristales de un  caleidoscopio. La mujer de porte gentil y cara afable, canta canciones, lee cuentos, entona poemas, afina las cuerdas de su guitarra, solfea notas alegres, modula los tiempos con ilusión, vocaliza los nombres de los niños coreándolos como un tintineo de uno en uno. Se despiertan, disfrutan. La maestra suspira contenta, su escuela es la de la alegría. Sabe que los alumnos dónde mejor están es aquí en el aula.
Nunca pensó que vería niños desnutridos, cansados, tristes y mal vestidos llegar a la escuela. Rosalía es hija de maestra, sabe de historias parecidas, su madre se las contó muchas veces: “aquellos años de posguerra los niños que venían a clase, los que no se iban al tajo, eran niños con hambre”.
El colegio de Rosalía está en un barrio donde las luces de los escaparates brillan de lujo, donde la gente viste bien, comen bien y conviven con otros que hasta hace poco, vivían con normalidad. Ahora en estos momentos en el barrio existe la pobreza, una lacra oculta, vergonzante; sólo las familias que la sufren lo saben. La hija de la maestra ha promovido actividades de cocina por la tarde. Se quedan y juegan a cocinar. De esta manera los niños vuelven a sus casas con una suculenta merienda-cena.


Esta es mi aportación a Primavera de Microrrelatos Indignados 2014
organizada por :
de Miguel Torija

14 comentarios:

  1. Buena aportación, Carmen. Todo un reconocimiento a los maestros.
    Un abrazo.

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  2. Nos cuentas un hecho terrible como si fuera la letra de un canción de primavera para niños. Tienes ese arte.

    Es una vergüenza y me indigna sobremanera que los niños sufran las consecuencias de unos desalmados que sólo se miran su ombligo y su bolsillo.

    Ni en mis peores pesadillas imaginé que en nuestro país podía haber niños pasando hambre o con desnutrición. En mi colaboración en Barcelona en un barrio muy deprimido, aunque muy turístico también, debíamos cuidar que los niños que venían a nuestro comedor comieran de una manera equilibrada, sana y completa, porque para muchos era la única comida del día.

    Muchos besos, Maricarmen.

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  3. Perfecta crónica de lo que vivimos, Carmen.
    Abrazos

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  4. Esa es la labor de muchos maestros, por desgracia una situación demasiado corriente. Nosotros que creíamos vivir en el primer mundo.

    Unos abrazos impactantes

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  5. Cabopá, nos están rebobinando, para sumirnos en aquellos años de ricos y pobres, donde los pobres debían ir arrastrandose para poder vivir un poco decente y sin molestar al rico del pueblo. Volverán, como las oscuras golondrinas, eso me temo.

    Un buen microrrelato indignado.

    Bessets.

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  6. Hay profesiones, como los maestros, que están haciendo cosas mágicas, con nada.

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  7. Muy triste y actual tu cuento, pero con un soplo de esperanza.
    Besitos

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  8. Una aportación la tuya que refleja una realidad que ya creíamos superada; pero que por desgracia regresa para instalarse entre nosotros quién sabe cuánto tiempo.
    Mi enhorabuena y un saludo.

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  9. Hola, Cabopá.

    ¿Volvemos a tiempos de posguerra? Parece que sí, sobre todo en la hambruna que pueden estar pasando muchos niños... Pone los pelos de punta que aquí en lo que llaman primer mundo pase esto.

    Unos besos indignados.


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  10. Buen reconocimiento a los maestros, Carmen, conozco algún caso en directo que se está "mojando" por sus alumnos más allá de darles clases. Es triste por la situación que muestra y esperanzador por la solidaridad que tan bien describes.

    Besitos, amiga

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  11. Parecen historias del pasado y es tal real, tristemente real.
    Besos

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  12. Como si lo viera, Cabopá. Profesorado comprometido con esta época dura que estamos pasando.
    Un fuerte abrazo

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  13. Grato y merecido homenaje al maestro de escuela.

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  14. Qué triste. Y cuánta razón. Yo recuerdo que nos daban leche en polvo de los americanos en la escuela. Y que hemos peleado por salir de la miseria y nos han robado los ahorros y los logros. Podemos.
    Al margen de esto, cómo disfruto de tus fotos, el horizonte llemo de mar. Es lo que no tiene Vallekas...

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