No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo. Oscar Wilde

domingo, 31 de mayo de 2020

12 MESES Mi primer libro editado


La irrupción de la crisis sanitaria por el COVID19 impidió que el 31 de marzo 2020
 se presentara mi primer libro en el Museo Ramón Gaya de Murcia 
12 Meses 

                            A quien le pueda interesar en este enlace se puede pedir:
                        La fea Burguesía  Ediciones. 
                               Murcia 2020



NO VEO EL MAR (carta confinada)


NO VEO EL MAR

Hoy llueve. Hasta el sol se ha quedado en silencio en la ciudad. La primavera está ahí fuera, nosotros estamos dentro de las casas, mudos, incrédulos por esta situación desconocida que vivimos y que nos produce miedo. Miente quien diga que no está asustado. Aquí donde vivo llueve muy poco. Hace unos días, en las calles se olía a azahar, las temperaturas parecían de verano, la algarabía y el color era, como los días de feria cuando las alarmas son de mentira y la estridencia de las luces producen risa y diversión.
Ahora, en estos días me asomo mucho por las ventanas (siempre lo hago) buscando la luz, el aire, el verde de los árboles, el deambular de las personas, la escala de color de los semáforos y el circular de los coches. Ahora solo veo las aceras deshabitadas, el tímido piar de los pájaros en el parque vacío de niños y observo cómo se mecen las hojas en sus ramas, ese vaivén que  a veces es el único movimiento de la calle.
Y pienso en el mar que no lo veo. Lo pienso y lo imagino. Allí está, es y estará cuando vaya. Él sabe que para mí es la calma aunque esté agitado. Es la alegría para la mirada con sus azules. Él lo sabe y me espera con su gran horizonte y las nubes que pasan rápidas porque ninguna es igual. Fíjate la próxima vez. El rumor de las olas, porque el mar no produce ruidos, es música que acompaña. Allí me espera la arena parda que recibirá mis pisadas lentas y silenciosas. Allí dejaré mis huellas que por sí solas hablan. Hablaran con palabras al viento que animará mi cara. Necesito el mar para reconciliarme con este mundo agitado y triste.
Yo iré al mar. Estaré junto al mar. Cuando pueda, claro, porque esta sensación de irrealidad tiene que acabar y ver la vida pasar de esa manera cotidiana a la que estábamos acostumbrados. De este mal sueño vamos a salir. Estoy segura. En este momento no me quiero olvidar de esas personas mayores que no volverán y que se han ido sin poder decir adiós. Honda tristeza.
Lo más importante para mí cuando esto acabe será recuperar a los hijos, que no vienen, para preservarnos del contagio. Somos mayores, somos grupo de riesgo. Y a mi nieta me la comeré a besos porque en estos días nos enviamos    mensajes llenos de caricias, gracias a las nuevas tecnología. Imprescindibles.
Aquí y ahora en este instante el color, es verde como el de las batas del personal sanitario, como el de la esperanza. Somos afortunados, estamos bien.
Pronto será el tiempo de darnos los besos y abrazos guardados.
Y utilizar las palabras escondidas, esas, las habladas con los amigos que nos están esperando.
El mar puede esperar, mientras tanto lo imagino.


Foto cabopá


En estos días del Estado de Alarma a Miguel A. Ibañez Hidalgo se le ocurrió pedirnos una carta para publicarla en su blog como CARTAS CONFINADAS   y esta fue la mía.