Bajo una sombrilla en la playa.
Con brisa fresca marina, con sabor a salitre,
con la mirada sin horizonte, qué más da.
En el patio, con techo de jazmines
que caen cadenciosos sobre la cabeza.
Mirándolos,
en su
perfecta belleza, adornados de verdes hojas.
Preparados para perfumar las
noches de música, de palabras insonoras.
Esas que se quedan en el recuerdo,
año tras año.
Cuaderno Azul, milhojas