No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo. Oscar Wilde

martes, 19 de mayo de 2015

LANTANA BLANCA



Lantana blanca
Empezó la vuelta atrás y llegará ese mañana,
que está por llegar, pronto.
Contar historias que, quizás sólo escucharan,
quienes quieran oírlas por el paseo,
paladeando el aroma de las flores,
tocar las palabras en el papel
con letras  de músicas azules,
oler la brisa que llega, con nuevos tiempos de fuga
En la orilla, en las ventanas, mirar


Cuaderno Azul, milhojas

miércoles, 13 de mayo de 2015

ABRIÓ EL SOBRE

Yo lo recuerdo todo hasta ahora. La memoria ese terreno sensible. Aunque a veces, se aparte de mí. Me resisto a olvidar los recuerdos. Nunca, a soñar despierto y lo hago entre las rendijas de cada día, entre nubes y claros, por la orilla que deja la sombra del sol. Hay momentos de la vida que se quedan grabados como hierro candente y dejan huella, como un tatuaje. Poderosa razón al ver la vida pasar.  
Otros, se guardan en cajas pequeñas para que no se pierdan porque son efímeros. De vez en cuando la abro para ver si están. 
Lo que olvidamos cada día no es de suma importancia porque, el cerebro y el corazón tienen memoria selectiva. Y los sentimientos fluyen y saben muy bien cómo actuar. No siempre, quizás. 
 Si lo único que nos pertenece son nuestros sueños, pues, soñemos. 
¿Me acompañas? Tú ya sabes dónde estoy.
 Manuel, abrió el sobre con aquellas letras, tantas veces leídas. Dejó la foto sobre la mesa y empezó a escribir: "Lo poco que recuerdo de ti...


viernes, 1 de mayo de 2015

UN CUENTO PARA MI NIETA

Mamá rana
        
        Esa rana que entró por la ventana y, se quedó, la  he visto salir del cajón del escritorio y hacer piruetas entre las tablas onduladas, sale, se asoma, se posa y reposa debajo de la luz.
 ¿Sabes?
Como una mariposa, verde con ojos grandes y vivarachos. Grandes pero no tanto como una osa. Sí, tan avispados como los tuyos…
Y sube y baja hasta el escritorio y deja sus huellas de anca sobre el teclado, desde donde hoy, escribo este cuento que te cuento. Qué, me invento para contarte sentada en la mecedora con la toquilla que cubre mis hombros…
Y, no suelta nunca a su cría que lleva sobre el lomo.
 ¿Sabes?
Tú me dirás: ¿las ranas tienen lomo, abuela? Yo te diré:
que vive en la habitación de al lado, guarda los sueños de aquella chiquilla de mofletes sonrojados, sin croar ni un solo día, para que la niña tenga buen despertar, para que los días sigan siendo verdes y las noches llenas de sueños alegres.
 La mamá rana me mira, mientras escribo; parece que tuviera una interrogación en la frente. La miro y sonrío, observo, a la rana cría con esos ojos tiernos de gran contento.
¿Sabes?
Yo creo que me dice sin croar que necesita una charca donde habitar.





Busco las palabras justas, aunque a veces no las encentre