En mayo, Rubén Castillo Gallego. Profesor y escritor hizo una reseña sobre mi libro "12 Meses" en su blog: Librario íntimo
12 meses
No
sé si la autora se mostrará conforme con mi impresión. No sé tampoco si lo
harán los posibles especialistas en poesía que tengan la curiosidad amable de
leer estas líneas. Pero yo creo que un libro de haikus es lo más parecido a un
Louvre del corazón. Y no lo digo como punto de partida para construir frases
aparatosas o bonitas a partir de esa idea, sino como la conclusión a la que he
llegado después de leer un buen número de ellos. En cada haiku, si su espíritu
es honesto y renuncia a las meras trampas de la eufonía, reside un espacio
diminuto de belleza, una condensación de silencio, un cosmos de sabiduría
humilde. Y lo más inteligente que se puede hacer cuando se lee cualquiera de
esos diamantes líricos es concentrarse en su aleph de hermosura, dejarlo que
nos recorra por dentro, permitirle que nos empape y que nos transmita su honda
música callada. Por eso comparo todo gran volumen de haikus con las
pinacotecas: porque no resulta inteligente avanzar pos sus salas con rapidez,
desplazando los ojos de cuadro en cuadro, saltando de Monet a Rembrandt, de Da
Vinci a Delacroix, de Caravaggio a Vermeer, como si quisiéramos llegar pronto a
la puerta de salida. Cada lienzo (cada haiku) nos pide atención y pausa; y si
somos capaces de concedérselas, nos dejará su impronta para siempre.
En
el libro 12 meses, que el sello La Fea Burguesía le publicó a
Carmen Martínez Marín en 2020, todo lo anteriormente anotado adquiere unas
dimensiones de prodigio. Con delicada ceremonia, la escritora va miniando cada
verso, cada arista de sonido, cada tono cromático; y el resultado es
embriagador. Hasta el punto de que, cerrado el tomo, no se sabe muy bien si
está compuesto por hojas (como el resto de libros) o por pétalos. Como “el
mundo está lleno de intemperie” (p.73), merece la pena que entren y hagan la
prueba.
Agradecida, amigo Rubén
Nunca es tarde.