NO VEO EL MAR
Hoy llueve. Hasta el
sol se ha quedado en silencio en la ciudad. La primavera está ahí fuera,
nosotros estamos dentro de las casas, mudos, incrédulos por esta situación
desconocida que vivimos y que nos produce miedo. Miente quien diga que no está
asustado. Aquí donde vivo llueve muy poco. Hace unos días, en las calles se
olía a azahar, las temperaturas parecían de verano, la algarabía y el color
era, como los días de feria cuando las alarmas son de mentira y la estridencia
de las luces producen risa y diversión.
Ahora, en estos días me
asomo mucho por las ventanas (siempre lo hago) buscando la luz, el aire, el
verde de los árboles, el deambular de las personas, la escala de color de los
semáforos y el circular de los coches. Ahora solo veo las aceras deshabitadas,
el tímido piar de los pájaros en el parque vacío de niños y observo cómo se
mecen las hojas en sus ramas, ese vaivén que a veces es el único movimiento de la calle.
Y pienso en el mar que
no lo veo. Lo pienso y lo imagino. Allí está, es y estará cuando vaya. Él sabe
que para mí es la calma aunque esté agitado. Es la alegría para la mirada con
sus azules. Él lo sabe y me espera con su gran horizonte y las nubes que pasan
rápidas porque ninguna es igual. Fíjate la próxima vez. El rumor de las olas,
porque el mar no produce ruidos, es música que acompaña. Allí me espera la
arena parda que recibirá mis pisadas lentas y silenciosas. Allí dejaré mis
huellas que por sí solas hablan. Hablaran con palabras al viento que animará mi
cara. Necesito el mar para reconciliarme con este mundo agitado y triste.
Yo iré al mar. Estaré
junto al mar. Cuando pueda, claro, porque esta sensación de irrealidad tiene
que acabar y ver la vida pasar de esa manera cotidiana a la que estábamos
acostumbrados. De este mal sueño vamos a salir. Estoy segura. En este momento
no me quiero olvidar de esas personas mayores que no volverán y que se han ido
sin poder decir adiós. Honda tristeza.
Lo más importante para
mí cuando esto acabe será recuperar a los hijos, que no vienen, para
preservarnos del contagio. Somos mayores, somos grupo de riesgo. Y a mi nieta
me la comeré a besos porque en estos días nos enviamos mensajes llenos de caricias, gracias a las
nuevas tecnología. Imprescindibles.
Aquí y ahora en este instante
el color, es verde como el de las batas del personal sanitario, como el de la
esperanza. Somos afortunados, estamos bien.
Pronto será el tiempo
de darnos los besos y abrazos guardados.
Y utilizar las palabras
escondidas, esas, las habladas con los amigos que nos están esperando.
El mar puede esperar,
mientras tanto lo imagino.
Foto cabopá |
En estos días del Estado de Alarma a Miguel A. Ibañez Hidalgo se le ocurrió pedirnos una carta para publicarla en su blog como CARTAS CONFINADAS y esta fue la mía.
Muy bonita, Carmen.
ResponderEliminarEl mar te espera.
Besos.
·.
ResponderEliminarComo dice El Tejón, el mar te espera. Ahí está esperándote para que hagas tus fotos especiales que acompañas siempre con estupendas palabras.
Y llegará el momento de comerte a besos a quien quieras, que te están esperando.
Ya ves, hay que conjugar mucho el verbo esperar.
BB·HH... y cuidaros !
.·
LaMiradaAusente · & · CristalRasgado