Viaje incierto
Amir y su familia
deambulan entre casas en ruinas de una ciudad en caos. Un día él y Azhaar, su
mujer, hablaron y decidieron embarcarse sin destino. A la búsqueda del cobijo
merecido. Cruzarían el mar. No querían morir entre escombros. Con hambre y frío iniciaron el viaje. En la maleta
solo lo estrictamente necesario: varias mudas de ropa. Cuando los niños
lloraban angustiados, él les escenificaba historias sobre Ítaca y poco a poco
fueron recorriendo con su imaginación las islas del Marenostrum “Esta es
nuestra Odisea”, pregonaban, ilusionados en la barcaza.
Después de una travesía
por ese Mar de todos, llena de penuria y agotamiento, vivieron entre charcos y
miseria, suciedad y plásticos, en una tienda de campaña. Hacinados entre
basura. Sin agua, sin luz y sin comida. Bajo el cielo de la insolidaridad, en
una tierra que bien podría haber sido el puente que les abriera paso a su Ítaca
particular, la de ellos y tantas familias sirias a la intemperie.
Amir, Azhaar, Ifan e Imad, tuvieron que tomar
un autobús por decisión política de los acomodados occidentales. Parecían
desechos de un naufragio en un mundo que mira con ojos rancios hacia otro lado.
Su historia, como tantas otras se pierde entre recuerdos y palabras de los que
vagan sin hogar. Quizás fueron devueltos a su país en guerra o quizás sigan
deambulando en busca de un rastro de humanidad en otras tierras, al no ser reconocidos,
por el perro cancerbero, ni dioses que los protejan.
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Esta es mi aportación a la propuesta de Miguel Torija para PMI junio 2017
Bien contado y bien triste, la realidad, también tu micro.
ResponderEliminar¡Gracias Luisa!
EliminarAsí es la realidad que nos rodea.
Besicos
Afortunadamente "nuestra" realidad no es tan triste. Nos permite vivir mirando a otro lado y en complicidad silente, soportando los incumplimientos de acogidas, esos mínimos vergonzosos que se marcó Europa para seguir llevando una vida alegre y divertida.
ResponderEliminarCon "suerte" esta familia se pierde en ese "Quizás fueron devueltos a su país en guerra o quizás sigan deambulando en busca de un rastro de humanidad en otras tierras", muchas otras no alcanzaron el paraíso buscado; la vida de incertidumbre y penurias que ofrece esta orilla del conflicto.
Felicidades, amiga. Como siempre bien escrito.
¡Muchísimas gracias Chipo por asomarte a mi ventana!
EliminarBesicos
Dicen hoy en la prensa que los aliados sabían de la existencia de los campos de exterminio nazi. Pues claro que se sabía. Como sabemos lo que estamos haciendo con los refugiados, ¿con qué palabras responderemos a nuestros nietos? ¿Nos tratarán así de los Pirineos para arriba el día que seamos emigrantes climáticos? Y mientras tanto los españoles duermen. Un abrazo Carmén
ResponderEliminarEstamos un poco anestesiados, los acontecimientos humanos nos superan, amigo.
EliminarMuchas gracias por venir por aquí, siempre es un placer
Besicos
Vivimos en un mundo tan insolidario que nos hemos concienciado que lo justo y necesario es que unos deben sobrevivir en la miseria para que otros puedan disfrutar de una existencia acomodada.
ResponderEliminarQué pena damos.
Buen micro, Carmen.
Bessets.
Bien visto, amigo la solidaridad en cuenta gotas.
EliminarY que no nos ocupen los pueblos que son nuestros.
Besicos amigo.
"Un mundo que mira con ojos rancios hacia otro lado". En esa frase se contiene la más triste realidad.
ResponderEliminarParece mentira, pero aún no te seguía de forma oficial en tu blog. Acabo de ponerle remedio.
Un abrazo, Carmen
¡Gracias Ángel, je,je,je...Ya era hora!
EliminarBesicos
Carmen, tu relato me ha conmovido. Yo he vivido en mis propias carnes la tristeza de un amigo Sirio y su familia, cuya familia era casi un duplicado de la mía, casados el mismo año, mismo trabajo, hemos tenido dos hijos cada uno de nosotros y todo así, pero yo he tenido la fortuna de nacer en España, mientras que él tuvo la desgracia de hacerlo en Damasco de una familia ya refugiada palestina que huyó de la barbarie. Afortunadamente, la historia de mi amigo Abdel Karim terminó bien y después de casi un año sin saber nada de ellos, pues habían huido de forma ilegal a través de Egipto, hoy viven los cuatro en Suecia y no me puedo sentir más feliz. En su día, cuando supe de su final feliz escribí un relato que algún día subiré al blog. Un abrazo y gracias por el tuyo. Me ha hecho recordar a mi amigo.
ResponderEliminarMe alegro mucho de la suerte de tus amigos, Francisco.
EliminarY muchísimas gracias por asomarte a mi ventana.
Besicos
Hola, no me he dado cuenta y te he escrito el comentario con mi perfil de trabajo. Este con el que te escribo es el privado. Abrazo
ResponderEliminar·.
ResponderEliminarNo existe ningún dios que les proteja
y aquí en la tierra, no hay hombres de buena voluntad... en los gobiernos.
Un gran relato, amiga
un besico
y hasta mi regreso de mi habitual descanso veraniego
· LMA · & · CR ·
Qué triste, Carmencica, qué triste y más triste por ser verdad. Algún día el mundo civilizado se morirá de vergüenza. Y espero aún estar para verlo.
ResponderEliminarUn abrazo, murciana mía.
La verdad es que no sé si esto se arreglará en un futuro más o menos cercano o lejano. Pero es triste. Mucho.
ResponderEliminarDe vuelta a los blogs. Un abrazo grande, querida