No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo. Oscar Wilde

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miércoles, 12 de mayo de 2010

LA PLAZA

Tránsito continuo de miradas palaciegas
murmura el azahar, cuando respira.
Desembocan desde el rio los pasos errantes
vestidos de otros tiempos no remisos.

No necesita luz, el farol alumbra,
y la niebla húmeda de las paredes
parecen sonidos de bienvenida,
en las mesas tintinean las palabras

Sin pensarlo, al cruzarla te lleva
a lugares donde te encaminas.
El ruido dejará parada la torre
cuando llegue el tiempo del agua,

El color asiste por los costados
de la piedra labrada, por la luz,
por los años, por las manos.
La muy sentida se encuentra
se busca y se halla,
es la Plaza.

Plaza del Cardenal Belluga en septiembre...

lunes, 25 de enero de 2010

LUGARES

En lugares comunes.
Tengo arrinconadas miles de ideas:
silencios
soledades
palabras
alegrías
caricias.
En lugares distintos.
Seré capaz de tener que:
hablar
acompañar
disfrutar
cantar
querer.
No dejar pasar la ausencia.
En compañía, ésta siempre pasa.










miércoles, 13 de enero de 2010

ESTACIÓN




Muchos papeles con palabras,
necesidad de escribir:
historias comunes de gentes distintas;
que salen, que entran
paseando por ella.

Palabras con vida propia,
de ideas ajenas por vivir
llenas de deseos incumplidos.

Misteriosas voluntades que pasan
por las ventanillas de un tren
de alta velocidad.

Al llegar a la estación sólo
queda el blanco vapor
de aquellas máquinas de antaño.

.....y el gentío la deja en soledad.

sábado, 19 de diciembre de 2009

GOTAS...


Tanta inquietud, tanta incomprensión,
vuelo con el pensamiento por páginas
de colores que, siempre me trasladan
a la oscuridad más peligrosa

domingo, 28 de junio de 2009

DE NOCHE

Respirar los olores del poso de la casa,
y mirar los cuadros que trepan por las paredes.
Amar los libros que ocupan los muebles,
abrir y cerrar los claroscuros del dormitorio.
Soltar la música por las ventanas mudas,
cuando tristezas y alegrías acompañan a las sillas.

Aquellas sombras y desvelos sobre el escritorio,
adornan flores de acanto, la cristalería en contraste,
con el azul porcelana china de la vajilla.
Y me habla despacio.

Y me abriga, y me recoge en su regazo.
En la soledad del sillón me siento,
bajo la luz blanquecina del farol.
Y no me duermo.