Huele a humedad, como todas las casas de la orilla del mar. El salitre penetra, aún cerrada. Cuando duerme. Durante el largo invierno, sometida con su rigor siente el dolor en paredes puertas y ventanas.
Agradecida, sí se abre de vez en cuando y entra el viento; cambia la atmósfera adormecida.¡ Qué distinta es la casa si vas en invierno! Parece que te habla, pidiendo a gritos que te quedes.
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