No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo. Oscar Wilde

miércoles, 26 de agosto de 2009

AYER...

Hay días que el Mar Menor amanece así...
Lleno de bruma, el mar se convierte en una lago azul grisáceo,
no se ve el horizonte y el azul se confunde con el cielo...

Los barcos parece que andasen en vez de navegar

El silencio, la calma y la calidez de sus aguas confunde a las gaviotas...

No despeja hasta mediodía, desde muy temprano las gentes
lo abrazan y acarician sus bondades...

Es tan calmo y cálido que en él se puede cantar una nana...

Mientras unos se bañan, otros navegan y algunos con el salabre intentan capturar a los "pezqueñines" que las transparentes aguas dejan ver...
Hay días....
siempre,
como ayer...
Quiero hacer una recomendación:
Mi amiga escritora una profesora experimentada ha dedicado unas "Coplillas" a Cabo Palos ¡¡Gracias Rosa!!
Siempre con el corazón en la mano

6 comentarios:

  1. A esas Gracias, respondo: de nada, faltaría más.
    A estas fotos...como simpre, estupendas. A mí los días boriosos me ponen un poco es melancólica. Mira que reniego del sol "que pica como un alacrán furioso" (es mi frase perenne en este verano), pero debo reconocer que si no hace sol, me pongo mustia.
    He residido en lugares brumosos y realmente he experimentado cierta tristeza.
    El Mar Menor es tan cálido que te metes en el agua y ya te adormeces dentro, aunque sea sin nana. Por lo menos es mi experiencia, las pocas veces que he ido a La Manga.

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  2. Me encanta la palabra boria, es muy bonita

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  3. Las cuatro fotos primeras parecen acuarelas. Me han gustado mucho

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  4. Preciosas las fotos. Tienes razón, los días nebulosos, el Mar Menor tiene un color muy especial. Además, desde La Manga y Cabo de Palos tenéis unos atardeceres preciosos. A mí me atardece por el Cabezo Gordo, que tampoco está mal.

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  5. El efecto del mar en las primeras fotografías es de estar cubierto de nieve.
    Preciosas todas.
    Besos

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  6. Las fotos me han hecho recordar aquel amanecer, los de la pandilla, cogiendo cangrejos. Ellos durmieron en casa de tu tía y nosotras en casa de tus padres (las niñas con las niñas... jaja). A mí me daba miedo echarles mano a los cangrejos (niña torpe y de piso), pero entre todos cogísteis bastantes. ¡Qué buenos estaban!
    Lo mejor de todo fue esa luz del amanecer, cuando aún no se distingue el mar del cielo.
    ¿Te acuerdas?

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