AFECTOS

La tormenta en el mar arremolina el agua, formando crestas de espuma que se disuelven cuando llegan a la orilla. El vendaval es extraordinario, tanto que azota las miradas de aquellos dos que se han atrevido a pasear por los acantilados. La mujer sujeta la cámara fotográfica firmemente y con la otra mano recoge su pelo largo; el viento lo agita con tanto ímpetu, que parecen las aspas de un molino que mueve las velas. Cuando las gaviotas vadean, porque el aire del Sur no las deja entrar en el circuito y poder salir de la tormenta, se hacen gigantes sobre la cabeza del hombre, que ahora ha salido del coche y ataviado de un chubasquero azul, se dirige hacia la cala. Allí las gotas de agua que arrastra Eolo le lavan la cara. Se acerca hacia la mujer la toma por la cintura y le besa la nuca descubierta por el ventarrón.
El día escogido no ha sido acompañado por el céfiro, viento suave y apacible. A pesar de la inclemencia que la tormenta de este día de otoño, ha hecho, los mismos efectos combinando los fenómenos atmosféricos para traer al paisaje, los afectos.