Deja sonar el teléfono varias veces. No contesta. Supone que después llamaran. Entonces las ideas se asfixian dentro de la caja de sus pensamientos. Duda en llamar de nuevo ese día. Lo hará mañana. Quizá conteste. Se dice estar acostumbrado, pero no lo supera. Así que lo dejará para mañana.
Al cabo de unas horas o quizá unos minutos vuelve a coger el móvil y decide llamar a otro número. Sabe que éste sí contestará, después de unos toques. Hablará con unos amigos de cualquier cosa.
Antes cuando llamábamos siempre preguntábamos: ¿Cómo estás?
Ahora cuando llamamos siempre decimos: ¿Dónde estás?
Sólo hay que pegar la oreja en cualquier momento del día, en cualquier lugar, enganchar la hebra del que se habla en cualquier conversación callejera aleatoria.
bonita historia nos regalas hoy, aderezada ademas con la realidad cotidiana; apenas nos damos cuenta de lo que han cambiado todos esas cosas.
ResponderEliminarbesos tambien para ti desde 8,5 km mas adentro de tu faro
Enigmático texto, sugiere, más que cuenta. A ver si saco una historia inspirándome en un teléfono móvil.
ResponderEliminarUn besico
Es increible. Somos capaces de hablar con quien no tenemos cerca miles de horas, en cambio a quien está a nuestro lado, no le dirijimos la palabra. Siempre me ocurre cuando voy a un despecho para que me atiendan, ya se sabe una reclamación, una pregunta. Y de pronto llaman por teléfono sin guardar cola, ni pedir número, se cuelan por el inalámbrico, y a mi, habiendo llegado antes, me dejan con mi pregunta en la boca.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho este retazo. Creo que es susceptible de convertirse en una historia. Evoca y te hace imaginar un relato escondido.
ResponderEliminarEl móvil, ese aparatillo que ya todos usamos y que nos tiene siempre localizados. Aunque... cabe la posibilidad de desconectarlo a nuestro antojo.
Besicos, guapa.
Si, silencio en casa, muchas palabras para lo ajeno... Precioso!!!! Besicos.
ResponderEliminarTenemos el mismo modelo de móvil ese ser de tu relato y yo.
ResponderEliminarNo me resisto a no seguir con la antigua forma de ¿cómo estás? pero sí he añadido algo más, ¿puedes hablar, estás ocupado/a? porque me doy cuenta de lo invasivo e inoportunas que pueden llegar a ser las llamadas a los móviles.
Un buen relato, que es cierto que pide más.
Besitos,