Tras la puerta de cancela un amplio zaguán de
brillante y pulido mármol. En las paredes, recargados espejos enmarcados en
nobles maderas y en el techo una lámpara tipo fanal de esmerilado cristal. Así
es el lujoso portal en un barrio chic
Bajo el hueco de la escalera entre la puerta principal y la
de servicio, una ventanilla por donde entra la única luz en aquella covacha sin
ningún lujo. Allí seguía Encarna desde que Fortunato, el portero más servicial,
hecho a sí mismo, muriera. Se quedó con
Nato (Fortunato, hijo) hasta que un día
pasó por allí un cantante de moda y se fue con él. Tan parlanchina, lo cuenta
muy orgullosa: son pareja, además de ostentar el cargo de presidente de su club de fans.
Encarna, pizpireta señora de cierta edad, que no aparenta, se
maneja muy bien sola. Su energía es desbordante, abrumadora, en el ir y venir
de sus quehaceres. Lo mismo está en el rellano del ático, que en el portal
saludando al cartero. Con él tiene charlas, a veces, profundas. Siempre sale
airosa. Los elegantes vecinos de innegable aristocracia, venida a menos, la saludan de
soslayo. Ella corresponde con desmesurada cortesía. Presume de conocer todo de
todos. Disimula su saber sin dificultad.
Aquel día en que el administrador de la finca le comunicó
los cambios, no puso el grito en el cielo, sólo pidió “hacer un curso”. Los que
no mostraron demasiado interés fueron los vecinos “cuanto menos costara mejor”.
Se desentendían a la espera de resultados. Ella, muy decidida, quería aprender.
Su curiosidad era insaciable.
Como una niña con zapatos recién estrenados, quedó deslumbrada el día de la instalación. Nunca
había visto tantos cables y enchufes en su cuchitril. Junto al tragaluz una
gran pantalla y un teclado, algo de lo que antes del curso ni siquiera había oído hablar.
A Encarna la informatizaron, a la portería había llegado la
revolución tecnológica: abría y cerraba la puerta a través de un ordenador. Lo
llamaba su “modernidad”
Fue tan rápido su aprendizaje y adaptación al nuevo
instrumento de trabajo que, después de las tareas del portal y la escalera,
tenía tiempo de sobra, tanto que creó un blog: “La portería de Encarna”. Como seguidores, todos los porteros de la
zona que se habían reconvertido. Después se inició en las redes sociales.
Ahora, todos los vecinos conocen su cuenta en facebook,
allí le dejan los recados.
imagen de internet |
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Envié este relato a La Esfera Cultural en la convocatoria "Historías de Portería". No fue seleccionado. Otra vez será... ¡¡ Ya os digo yo, qué con "la caló " no me acompañan las musas !!
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A lo mejor las musas no acompañaban al jurado.
ResponderEliminarYo ;)
¡Gracias anonim@! Ya podrías firmar...je,je,je. Besicos salados.
EliminarBien por Encarna. Renovarse o morir, dicen.
ResponderEliminarA mi me ha gustado. Y, como bien dice el anónimo que me precede, a lo mejor las musas a quienes no acompañaron fue a los seleccionadores.
Abrazos!
Pues a mi también me ha gustado, y mucho.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ya volveran no hay porque preocuparse..es bueno el relato
ResponderEliminarSaludos
Pues el blog "La portería de Encarna" tiene un pinta genial, te lo juro. Me gusta ese paso a la modernidad sin perder la esencia. Y si se han apuntado también el resto de porteros, huy, promete, ese blog promete y mucho.
ResponderEliminarUn beso de alguien para quien las redes sociales son, en primer lugar, redes.
Me ha encantado, bien por Encarna, y, si te acompañan las musas, "la caló" no
ResponderEliminarlas afecta, tu relato es sensacional.
Un abrazo.
Renovarse o morir. Cuando la renovación viene de donde no te lo esperas, además de sorprenderte, es supereficaz. Como esa tierra que sin cultivar la tienes varios años, y luego cuando plantas cebollinos, por ejemplo, y te salen las mejores cebollas de la comarca. Que he visto yo tomates regados y abonados por ordenador, que además de tener forma de meagbites, (muy cómodos para su almacenamiento en la fresquera), llevan en su interior una memoria ram en forma de corazón "picasa" que cuando los comes, te acuerdas hasta del día que se casó la abuelita de caperucita.
ResponderEliminar· Un buen relato. Yo te daría el premio pero... no soy imparcial.
· BB·HH
CR. & .LMA
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Pués digo yo que no sé por que no lo han seleccionado porque es bien BONICO.
ResponderEliminarBesicos guapa
Desconozco los criterios del jurado a la hora de realizar la selección, Cabopá, porque este relato es tan bueno como muchos que he leído y sí fueron seleccionados.
ResponderEliminarGracias por traérnoslo.
Un abrazo,
Uy ¡pues esta señora Encarna tan digital ...me encanta!.
ResponderEliminarCoincido con Pedro : es tan bueno como otros que he leído allí. Estas son las cosillas del jurado ...(particularmente envié uno, y no lo cogieron. Ese me gustaba. El segundo que envié ...no tanto.... ¡cuestión de gustos! ).
Besos calurosos desde esta noche estrellada ¡qué maravilla!.
Parezme que hay que tener padrinos hasta en el infierno, el relato es hermoso y muy bien escrito, no entiendo porque no te lo han seleccionado, no pierdas la esperanza, vales mucho
ResponderEliminarPero qué historia tan ocurrente...Me ha divertido mucho. Es un relato breve buenísimo.
ResponderEliminarUn besico, escritora.
Desconozco los criterios del jurado a la hora de realizar la selección, Cabopá, porque este relato es tan bueno como muchos que he leído y sí fueron seleccionados. He copiado el comentario de Pedro porque estoy de acuerdo con él. Mira tú que a mí esta señora Encarna me ha caído muy bien, igual que su historia.
ResponderEliminarBesitos
Capolá, tu nota final sobre el rechazo de La esfera me hace leer el relato más despacio para entender los motivos. Lo he leído tres veces y creo que el "problema" principal es que es un relato que se dispersa por diferentes ramas: Presentación del escenario (casi sin verbos); la muerte de Fortunato; el emparejamiento del hijo con un cantante. Las tareas y el conocimiento del vecindario; el curso y los cambios, y el blog.
ResponderEliminarNo me hagas caso, pero si concentras todo en un solo asunto (la idea del blog es muy buena) y el narrador no lo dijera todo, dejara algo a la portera (que además demuestra que es decidida), pues quizás. En fin, si te sirve de consuelo, yo tardé más de un mes en tener una la idea, la desarrollé, no me gustó, la deje posar y vi el cambio a realizar. Creo que han sido más de 40 días desde el inicio. Por otro lado, lo criterios de un jurado están muy condicionados por factores dispersos, por ejemplo, por dejar entrar historias que tienen bastante errores (cambios de personajes) o publicar cuentos que son bastante malos pero son de quien son y tienen que salir en el libro.
Venga, pero tú tienes mar y yo no.