El
sentido de las palabras
Abrir
un periódico por cualquier página, escuchar la radio o ver un telediario es, en
estos días, toparnos con estos términos. Se nos han pegado a las manos,
impregnándonos hasta la dermis. Nos martillean en la oreja de forma voraz.
Duele la mirada por el hastío que causan. En la boca provocan un atracón
incomprensible… Sólo nos falta el olor ¿Qué aroma tendrán? Para nosotros Anita, apestan. De no ser por el nieto el
dolor sería hoy la palabra con más sentido. Pepe, sigue su retahíla sin parar,
dirigiéndose a su mujer.
Jamás Anita, jamás, supimos tanto de
desahucios, fraude, rescate, recortes, embargo, deuda, déficit. Como si de una letanía se
tratara seguía relatando palabras, capital, crédito, préstamo, paro, patronal…
Anita se levantó de repente airada. No sigas José, no sigas. Me indigno. Voy a
preparar la cena Josete tendrá hambre. El
nieto que jugaba sobre la alfombra dijo: “abuela, podrías hacer una sopa
de letras”. Los abuelos se miraron y entornaron una leve sonrisa; al menos por
hoy. Un sin sentido inesperado ocupaba sus vidas desde hacía bien poco. Lloraron demasiado cuando su
hijo se quitó la vida.
_________________________________________________________________________________________
Esta es mi aportación en la II Primavera de Microrrelatos Indignados
organizada por :
Miguel Torija La colina naranja
Rosana Alonso Explorando en Lilliput
Ana Vidal Realtos de andar por casa
__________________________________________________________________________________________________________________
Doloroso, qué doloroso Cabopá.
ResponderEliminarMuy buena tu aportación. Un abrazo.
Un tristísimo final. Hasta ahí lo lamentable es la desesperación progresiva y continuada de tantas y tantas familias. No podemos callar ni quedar pasivos ante esto.
ResponderEliminarMe alegro de unirme a estas manifestaciones de indignación.
Me gusta tu protesta en la alambrada.
Duele...
ResponderEliminarBesos indignados desde el aire
Muy triste, Carmencica. Hay muchos que toman el camino más corto, cuando su protesta les parece inútil.
ResponderEliminarBesos
Triste, real y preciosa tu aportación, un abrazo.
ResponderEliminarTrágico final, Carmencica, pero hechos que, sin duda, están ocurriendo. Felicidades.
ResponderEliminary no es un cuento, que es verdad
ResponderEliminarBesotes, guapa
Cuánto cómplices tienen aquellos truhanes.
ResponderEliminarUN beso :-)
Cabopá, dramático este microrrelato que muestra esa realidad que nos golpea. Ojalá estos términos que ahora nos invaden se hubiesen quedado en el diccionario o en la jerga de los economistas.
ResponderEliminarBessets.
Hum, qué duro, Carmencica, qué duro. Esta primavera esta haciendo llagas...
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Jooo!! Cabopá, todavía noto un calambre frío a lo largo de la espalda. Uf! No me esperaba ese final. De repente nos sitúas en otro tipo de familia...
ResponderEliminarUn besooo grande (me has dejado helada).
Terriblemente duro. Tu micro es un llanto por todos aquellos que no pueden con sus situaciones personales, por los desolados, los hundidos, los pobres, los que encontraron en una cuerda su mejor aliado.
ResponderEliminarSin sentido, como mi sentencia.
Ahorcados, como las cuerdas que anudan los cuerpos de quienes viven ajenos a los efectos de sus palabras, de sus decisiones, de sus propagandas.
Triste como la vida misma, muy triste y desolador, amiga.
Un beso desde mi alambrada.
Qué tristeza da saber que esto sucede de verdad, que no es un cuento.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy duro y muy triste Cabopá. Y más aún saber que es real que sucede cerca nuestro demnasíadas veces.
ResponderEliminarBesitos
Crudo y realista, Capobá. Me apunto a la sopa de letras.
ResponderEliminarUn abrazo
Sobrecogedor, terrible este relato sobre todo por ese final y esas situaciones tan reales.
ResponderEliminarPero muy bien relatado.
Un abrazo, amiga !!!
Otro relato que produce dolor. Los abuelos y sus pensiones están frenando la revolución, pero a nosotros no nos quedaran pensiones. En fin, que hay que iniciar ya otro dos de mayo.
ResponderEliminarCada día nmás tristeza. Menos mal que aún quedan abuelos para compartir las tristezas y las alegrías.
ResponderEliminarBesitos besitos
Un micro que es como un latigazo en el punto más débil del alma, Cabopá. ¡Cuántas vidas destruídas, poco a poco, como un goteo imparable!
ResponderEliminarUn abrazo.
Golpetazo final, el humor pone bálsamo sobre la dureza de la situación.
ResponderEliminarRealmente esas palabras nos acechan por todas partes y hastían, lo lamentable son todo lo que entrañan y que amenazan con quedarse.
Fuerte abrazo.
Ese golpe final aún hace la realidad más real de lo que ya lo es. Y los abuelos que siempre están ahí...
ResponderEliminarUn beso Cabopá
A la fuerza estamos aprendiendo economía. Cuando lo sepamos todo, ya será tarde para aplicar lo que aprendimos.
ResponderEliminarUn saludo.