Las sombras le hacen levantar la cabeza. Sentada en
una terraza toma un café, observa a los que pasan. Cerca, muy cerca hay un
hombre de tez oscura y pelo negro ensortijado sentado en una banqueta de madera
ajada, toca el acordeón abrazándolo con sus grandes brazos. En el suelo, un
platillo de plástico rojo con unas cuantas monedas de euro.
Hasta allí llegan sones parisinos unas veces, otras,
suenan a lamento de un tango, uno de esos tangos, que sin conocer la letra
penetra produciendo escalofríos. Sobre la mesa a la sombra de las moreras, está
tomando un cortado; saca su agenda y escribe notas de cosas pendientes de
hacer. Enciende un pitillo y le da una calada, se queda pensativa como haciendo
memoria. Con cierto disimulo -casi teatral- mira alrededor al escuchar la conversación de la mesa
contigua, son dos mujeres de mediana edad hablan de manera relajada y amigable;
se escuchan atentamente. La situación le resulta ajena a sus pensamientos, da
un sorbo al café y lo termina. Ha anotado todo lo que tiene que hacer en el
dietario. No tiene prisa; hoy es un día de ésos en los que se puede hacer lo
que se quiera. No tiene rumbo fijo, y todas las direcciones son válidas.
"Me duele lo que oigo. Me resulta conocido. Sé de lo que hablan."
La conversación le es ajena, pero lo que escucha no.
Sigue allí sentada mirando a la gente pasar. La mañana es agradable; aromas de
azahar vienen de la plaza cercana. Es marzo y mayea. Los naranjos han reventado
en flor esta semana. Gentes pausadas otras presurosas pasan por delante.
Atraviesa la
calle peatonal que existe entre la terraza y la cafetería una señora
octogenaria en silla de ruedas empujada por una persona joven de rasgos
latinos. Le va hablando cariñosamente a la vieja decrépita que con gesto serio
y severo mira a un lado y otro sin prestar mucha atención."La imagen que
percibo es como un corto en blanco y negro de una vida todavía lejana, pero
quizás posible."
Justo enfrente tres hombres trajeados hablan de
forma acalorada de temas financieros. Les mira bien, intentando interpretar sus
gestos, el leguaje que usan no le interesa en absoluto: alto, traje prêt- à-
porter, delgado, gafas de montura reciente uno; mediana estatura, un poco más
mayor, traje de marca de grandes almacenes, pelo largo y barba bien cuidada otro;
de edad indefinida, un poco barrigudo y calvo, muy calvo el tercero. De repente
se abre la puerta del local apareciendo una mujer joven de belleza serena,
minifalda y zapatos de tacón de aguja poniéndose las gafas de sol. La
conversación acalorada se congela se queda en stand-by. Se giran embobados
siguiendo la estela que deja el andar cadencioso y armónico de la mujer."
Siempre igual: Necesitarían una gran sábana de lienzo blanco que recogiera
todas sus babas."
Escenas como ésta siempre le producen cierto
malestar y un poco de asco. Llama al camarero, pide un botellín de agua. Estar
a estas horas en la calle le causa regocijo. Salir de la rutina diaria es una
excepción que sólo se permite cuando tiene un día libre. Así que lo aprovecha
para hacer de espectadora particular de la otra rutina, la de la calle, la de
las gentes anónimas de las que se queda con sus caras y sus gestos, que ahora
analiza e interpreta para sí misma. Se acerca a la mesa una vagabunda. Lleva unas papeletas con versos escritos y en
silencio las deja para ser leídas. La mira con descaro para comprender la
expresión de su cara, pero la mujer baja la mirada. No tiene por costumbre,
aunque esta vez lo hará. Saca unas monedas del monedero y se las da quedándose con lo que parece un poema. Lo
lee:
Mi paz
Los
geranios también huelen./ Oigo el sonido. Canta un pájaro/ Saboreando el olor del mar/
/ mi
paz, el sosiego de mi mente/Y los carretes llenos de ideas/ siguen asidos a los sentimientos/
/sola
en mi soledad con la luna;/los pensamientos no cejan./ En el huso de la vida cotidiana/
/ voy hilando palabras en retahílas./ La paz está en otro sitio.
Absorta, concentrada en lo leído vuelve a la
realidad de la calle al oír el reloj de la iglesia dando las doce del mediodía. Corretean niños
de todas las edades con sus mochilas cargadas a la espalda, envueltos en una
algarabía de gritos que con gran alboroto se arremolinan entre madres y
abuelos: los recogen del colegio.
Se levanta; paga la consumición. Mientras espera las
vueltas le vienen imágenes de otro tiempo, de lugares comunes, de ideas
compartidas, de palabras fluidas en conversaciones amenas, de prestamos de
libros clandestinos y de regalos en forma de besos con sabor a eucaliptos de
aquel parque con grandes castaños y plátanos de Indias que un día albergaron su
amor, desechando el ruido o el silencio de quienes paseaban por él. Retornan
los ecos en su memoria.
Entonces no
necesitaba mirar alrededor para obtener vida en los otros. Se había quedado
sola en la utopía de los sentimientos. Y vive las historias de los otros como la
suya propia.
Cuando los demás trabajan ella pasea, mira
escaparates, toma un café y piensa en algo. Siempre, siempre piensa en algo. Su
cuaderno está lleno de notas, lleno de ideas.
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SEGUNDO
ACCESIT en el XIV Certamen Literario “8
de marzo” modalidad Relato Corto. Convocado por la Concejalía de Igualdad
Efectiva de Mujeres y Hombres de Molina de Segura (Murcia). Fallado en abril de
2009.
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Hoy vuelvo a dejar una "perlica" recuperada de la "caja de mis letras premiadas" con la etiqueta premios. Alguna más hay por ahí, ahora que viene la caló hay que dejar ver la desnudez.¡Perdón por el atrevimiento! Hace algunos años ya que perdí el pudor.... Espero que os guste.
ResponderEliminarES marzo y mayea en paz... Bello.
ResponderEliminarYa lo creo que nos gusta. Besotes Cabopá.
ResponderEliminarTe lo premiaron con muchísima razón, está muy bien escrito.
ResponderEliminar¡Qué estupendos esos días que dejamos para dar paseicos sin obligaciones!
Con el verano que empieza habrá más de uno. Sería estupendo coincidir y tomar algo a la vera del mar.
Un abrazo fuerte amiga.
Precioso Cabopá, está muy bien escrito, me ha encantado.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
¡Precioso! Has de saber que creo (no lo recuerdo bien) que concurse a ese concurso (sin tener claras la bases, creo que me pasé en extensión) y el resultado ha sido...jajajaja, ya te lo imaginas, nada de nada.
ResponderEliminarTe felicito sinceramente.
Un besico
Estas "perlicas" tienen mucho valor. Es muy bueno el relato, no me extraña que lo hubieran premiado. Ya sabes, hay que seguir cultivando más "perlicas" como ésta y de vez en cuando sacarlas para que podamos disfrutar con su belleza.
ResponderEliminarUn beso, Cabopá !!!
Bonito relato con el que nos obsequias.
ResponderEliminarUn premio muy merecido.
Un saludo.
No me extraña. Es una auténtica joyita.
ResponderEliminarSigo tu trayectoria hace unos meses y me encantan tus letras.
Besos
Felicidades retrasadas. Es un buen ejercicio de observación que hace reflexionar sobre lo que se describe. Un abrazo.
ResponderEliminarMuy bien engarzada la historia, Cabopá. No me extraña que te la hayan premiado. Un abrazo bien grande
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