Me subo en el ascensor, ¡las
llaves! Al llegar al portal las llevo en el fondo del bolso. Salgo a la calle,
¡el móvil! Vacío arrebatada el bolso y no, no está. ¡Ah! Lo llevo en el bolsillo. Después al cruzar la
calle, titubeo hacia dónde dirigirme. La lista, la lista de las cosas por
hacer: “ir a recoger los zapatos al remendón; pasar por la librería. Comprar:
mantequilla, azúcar y papel higiénico.” ¡Ay, no me lo puedo creer! Yo, siempre he
tenido una memoria extraordinaria, siempre he sabido dónde y cómo están las
cosas. Además llevo cuadernos donde están apuntadas las cosas más
inverosímiles, en fin.
Me
fastidia, me enfado conmigo misma y a veces hasta me oigo hablar por las
esquinas. Y esos despistes que te juega la vida con los títulos de películas, libros o una canción. Esos que tienes en la
punta de la lengua y cada uno va
diciendo un nombre, un paisaje o el director de escena. ¡Va, ya nos
acordaremos! Y en la coloquial charla de desayuno, alguien se queda callado bastante tiempo, lo ves ahí, desempolvándose
hasta la última neurona para acordarse del título. Lo peor, cuando te quedas
sola y no dejas de darle tumbos a la memoria, a los recuerdos. Lo mejor, cuando
vienen otros que son agradables e inundan el momento reciente. Sólo hay que
esperar, disfrutar de ellos y cuando vuelves a ver a los desmemoriados, reír,
reírnos juntos. Sentados en la esquina cercana ¿por qué no?...Tomando unas cañas.
Pues mira tienes razón, no tomemos disgustos por eso, si nos pasa a todos. Lo mejor, lo que dices, tomar unas cañitas bien acompañados y reir, reir mucho. Si eso no mejora la memoria, al menos te hace feliz.
ResponderEliminarUn abrazo Cabopá.
La risa que inunda ahora cada esquina de tu casa aleja todos los olvidos que en el fondo no tienen importancia a su lado.
ResponderEliminarSaludos
Me has relatado a mí misma y además he sonreído, gracias, Cabopá.
ResponderEliminarY un beso
Querida...¿recuerdas cuando hablábamos todo seguido? Je,je,
ResponderEliminarYo ya casi no, pero me apunto a las cañitas.
A veces es más el despiste que la falta de memoria.
ResponderEliminarYo puedo dar una clase de historia de una hora sin mirar un guión y no acordarme dónde he puesto las puñeteras llaves, el puñetero reloj, a qué hora tengo el médico o qué tengo que comprar hoy.
Un saludo.
Tengo más despistes que tú, voy siempre queriendo ganar una carrera contra el reloj.
ResponderEliminar¡A las diez de la noche se me caen los ojos de sueño!...Hoy me he hecho el firme proposito de disfrutar de las cosas más pequeñas... ¡No sé si podré!
Comprendo tu Felicidad, tener un nieto es la maravilla más grande que existe.
Un abrazo fuerte amiga.
Cuando te quieres acordar del título de una película, de una canción o del nombre de un actor y no puedes da mucha rabia. Con la edad, el cerebro empieza a fallar, y la punta de la lengua se llena de cosas que no quieren terminar de salir.
ResponderEliminarUn abrazo chillao, amiga.
Siempre he tenido una excelente memoria, pero ya empiezo a olvidarme de los nombres, de los títulos de las películas, de esa palabra que le va tambie´n a la frase que dejo a medias...Da mucha rabia, pero me lo tomo con humora, y como en tu relato me junto con algún otro desmemoriado a tomar unas cañas a la vuelta de la esquina, para no perdernos.
ResponderEliminarMaricarmen, que pases un feliz verano, seguro que todavía mejor que los anteriores disfrutando de tu chiquitina Mar y del mar y los tuyos.
Hasta la vuelta.
Un beso,
Hola Carmen, llego hasta tu sitio por intermedio del blog El Microrrelatista, encantada de llegar hasta tus letras y si me permites me quedo para seguirte.
ResponderEliminarTe dejo un fuerte abrazo desde Uruguay!
Que el reírnos juntos tomando unas cañas no desaparezca.
ResponderEliminarSaludos :)