Le gustaría saber dirigir y ordenar amablemente esta etapa de vida que lleva en fría orfandad y, se repite y, se dirige y, no lo consigue. Sus días son tristes. La actuación dentro del escenario le falta colorido y le sobran muebles. Tiene miedo a fracasar en cada una de las obras que realiza. Tiene que ensayar mucho para que luego no se le olvide el papel. El guión de ésta vida está equivocado. La dejadez de hoy será un gran problema mañana. Da de sí y no puedo decir que no. Pero no atiende a sus sentimientos, se le olvidan los años que va cumpliendo. Está hecha un lío y no sabe muy bien salir de este jeroglífico en el que se encuentra perdida. Es como un laberinto, en el que la trampa siempre está al final del pasillo. Entonces se encuentra con el espejo viejo, que le dice lo que es. Una excelente actriz sin tramoyas.Y todos los días, se levanta el telón...
... Y cuando cae, algunos días recibe rosas rojas
cuanta razón llevan tus bellisimas, sublimes y profundas letras, como dice esta asturiana la vida es un teatro y nosotros los actores interpretando un papel el cual no sabemos el guión ni el final. muchisimas gracias por regalarnos la riqueza de tus letras, un besin muy muy grande.
ResponderEliminarPues tiene mucha suerte.
ResponderEliminarBonito escrito y como dice Pedro tiene suerte.
ResponderEliminarLas dudas entre los actores y otro tipo de artistas sobre la calidad de su trabajo son muy frecuentes y s si no llegan a paralizarlos son buenas y dan fruto,.
La edad no perdona es cuestión de adaptarse.
UN abrazo
Cabopá, me ha encantado el texto.
ResponderEliminarQué bien expresas los miedos al fracaso, a no estar a la altura, a no llegar, a la vejez... ¿Acaso alguien sabe dirigirse a sí mismo? Si fuéramos capaces de observarnos como a extraños y no nos doliera adentro...
Enhorabuena por el texto.
La foto como siempre: preciosa.
Besicos.
Me ha encantado Carmen. De lo mejorcito que te leí. Muchos besos y enhorabuena por esta entrada.
ResponderEliminar¡¡Bonitoo!
ResponderEliminarNo sé si estás hablando de tu madre, pero lo imagino por tus anteriores entradas. Este relato es muy tierno y me ha gustado mucho.
No es tan triste la vejez cuando se tiene una hija que la cuida y de vez en cuando le regala rosas.
Un abrazo fuerte amiga, desde mi Librillo.
Lo malo es que a lo largo de nuestra vida tenemos que interpretar diferentes papeles (hijo, padre, madre, abuelo, jefe, subordinado, bueno, malo, juez...) y a veces se nos olvida el texto.
ResponderEliminarUn saludo.
Un texto existencial y de los que dan mucho para pensar.
ResponderEliminarEsas rosas rojas que lo ilustran auguran éxito final. Ojalá toda vida lo obtuviese.
Un besico
Dichosa aquella mujer que, sin representar papel alguno, recibe esas rosas rojas al amanecer de una noche sin sueños.
ResponderEliminarBesos
Un poeta de nuestra tierra, Polo de medina, escribió unos versos a una señora ya entrada en años que se miró al espejo y al no agradarle la imagen que le devolvía lo hizo añicos: "En qué el espejo te agravia / siendo el tiempo quien te ofende".
ResponderEliminarQué bien has descrito los estragos que nos causa el envidioso tiempo, siempre huyendo y siempre haciendo su trabajo. No descansa.
Besicos.
· Pues debiera recibir rosas todos los día, y unos bombones, que estimulan bien... y más cosas, que la imaginación es libre.
· besos inclinados
CR & LMA
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Miedo a continuar sin equivocarse, pero ¿dónde está el error?
ResponderEliminar...Y le sobran muebles ¡auténtico!, ¿o trastos?...al final y a la postre todo son trastos.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho este relato escénico.
Mi blog está cabezón, no me deja comentar, no sé porqué en algunos blogs como el tuyo y también el de mi hermana Rosario, no me selecciona el perfil ¿tu sabes por qué?.
Ya se cortar y pegar, gracias, aunque todavía no se llevarme nada a mi blog.
Ahra vengo!!! si me dejan.
Quizás el error esté en no intentar todos los días HACERLO.
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