No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo. Oscar Wilde

domingo, 21 de agosto de 2011

EL REGALO

Todo ocurrió el treinta y uno de diciembre. Esa mañana le entregaron aquella notificación. Volvía de la compra, el paraguas chorreando. Se disponía a sacar las llaves cuando un chico de reparto llamó al 2ºB. Lo miró con cara de interrogación al ver que llamaba a su casa.

-¿Por quién pregunta?

-Por: Doña Ofelia Cáceres Martín.

-Soy yo.

Cogió el sobre que portaba el mensajero. Firmó el recibí y subió. Dejó el paraguas y las bolsas en la cocina. Miró el reloj y vio que eran las diez de la mañana. Observó la dirección del remitente y se dispuso a leer:

La Florecilla. S.L.

Jardinería. Parques y Jardines.

C/ Flor de Lis, S/N

Sra. Cáceres Martín: Se le convoca a una entrevista de trabajo, que tendrá lugar el día 31 del año en curso. Deberá presentarse en la 4ªplanta del domicilio citado a las 12.30 horas. Preguntar por: Srta. Rosa.

Nota: De no asistir a dicha entrevista se entenderá que declina la oferta de empleo. Nos veremos obligados a eliminar sus datos personales y curriculares de nuestra base de datos.

Ofelia se miró el reloj, suspiró profundamente e hizo memoria de cuándo había pedido trabajo en aquella empresa. No tenía ni idea de su existencia. Sin dilación se cambió de ropa, se acicaló un poco y cambió de abrigo, bolso y paraguas. Bajó a la calle y paró un taxi. No estaba lejos. Todavía llovía, y tenía el tiempo muy ajustado.

Una vez ante el edificio que albergaba las oficinas tocó el timbre. Una voz amable le abrió el portón.

Ya en la cuarta planta preguntó por la persona indicada, que le hizo pasar a una salita pequeña, confortable. Ofelia sacó su cuaderno y anotó con fruición: “esperanza”.

Oye de pronto que la llaman:

-Ofelia, pase por favor: la esperan.

En el despacho hay un joven más o menos de su edad. Se levanta; le extiende la mano:

-José Luis Martín. Jefe de Personal. Siéntese por favor.

-Buenos días. Gracias.

Después de las formalidades propias, carpeta en mano, fijó su mirada fija en la entrevistada. No le quita la vista, la sigue en todas sus expresiones y explicaciones con mucha atención. Ella está tranquila, se siente en su salsa, todo transcurre con gran normalidad. Son tantas las entrevistas que lleva en su haber que no le coge nada por sorpresa. Sabe que saldrá de allí, o de cualquier otra planta u otra empresa, y como siempre le dirán: “Nos pondremos en contacto, la llamaremos”. Le son demasiado conocidas las preguntas y las repuestas.

En ese momento el jefe de personal se disculpa y sale del despacho, dejándola sola. Repasa cada uno de los elementos de la mesa: carpetas, dosier, lápices, etc. Ofelia, además de ordenada, es sumamente observadora con los detalles. Repara en un portarretratos que hay en un lugar principal, entre tantos papeles. Se incorpora y lo mira con atención. Tiene el impulso de cogerlo para ver mejor la foto, pero no se atreve; puede entrar y la escena no sería muy adecuada, ni conveniente.

Regresa el Sr. Martín y trae un folio en la mano. Se sienta frente a ella que lo mira, ahora, con mayor atención, fijándose en sus rasgos, algo que antes no había hecho. Su cara le presenta algo cercano, pero que no puede identificar.

-Firme aquí y anote un teléfono para ponernos en contacto…

Ofelia hace lo que le pide y piensa: “Ya estamos como siempre”. Cuando se dispone a levantarse siente el mismo impulso, el que ha sentido al ver la foto; pero no quiere ser indiscreta. No pregunta ni dice nada.

Vuelve andando a su casa. Ya no llueve, ha salido el sol y prefiere pasear. No la espera nadie. Es Noche Vieja y tiene pensado irse a la cama con un buen libro y, de fondo, la compañía de música, la primera que aparezca en el dial.

A media tarde, suena su teléfono móvil. El número no es conocido. Al descolgar reconoce la voz del jefe de personal:

-Ofelia, me gustaría que nos viéramos en unas horas para hablar del trabajo. Hemos decidido dárselo a usted… Reúne el perfil que buscamos. ¿Le viene bien a las 19 horas en una cafetería cerca de su domicilio?

Se queda fría como una losa; muy sorprendida, pero no puede ni debe eludir el encuentro. Está sin trabajo prácticamente todo el año. No se lo piensa y le dice:

-Claro que sí. Muchas gracias por la elección. Cerca a mi domicilio hay un café. Se llama “El regalo”. Está decorado con libros apilados en las paredes, como si fuera la biblioteca de una casa; es tranquilo y se puede hablar.

-De acuerdo. Allí nos vemos.

Da mil vueltas por la casa y millones de ideas le afloran en la cabeza: trabajo, entrevista, cita… y la foto. No se lo puede creer.

A las 19h en punto se encuentra con José Luis Martín en el lugar acordado. Ahora, con menos formalidad, piden un café. El jefe de personal le explica cuándo y a qué hora empieza su nuevo trabajo.

-Ofelia, usted tiene 32 años, una carrera superior adecuada para el puesto que le ofrecemos un contrato por seis meses. Me alegrará mucho que lo acepte.

Sonríe de forma tímida sin dejar expresar la gran alegría que siente. No dice nada, sólo escucha con mucha atención y un tanto escéptica ante la sucesión de los hechos.

-¿Habrá visto sobre mi mesa un marco con una foto?

-Sí contesta, haciéndose la despistada.

-¿No le ha llamado la atención?

-La verdad es que me ha resultado un rostro conocido, familiar.

Entonces el jefe de personal empieza a tutearla y le habla de esta manera:

-Ofelia tengo 34 años. Me prometí un día buscar a mi madre a través de esa foto. Todo lo que he hecho siempre me ha dado un revés en estos términos. Buscar a una mujer guapa, morena de pelo largo, después de tantos años, ha sido una tarea ardua y difícil. Fui adoptado por una familia magnifica que se desvivieron por mí. Estudié una Ingeniería Superior. Cuando murieron los que fueron mis padres monté la empresa, que ya conoces. Hoy, cuando has venido a la entrevista, no he tenido duda. Eras mi madre… Bueno, no…Eras igual a la foto de mi madre. Cuando te has ido he reflexionado sobre tus datos personales. Yo jamás me fui de aquí, hemos vivido en la misma ciudad sin conocernos. Y no me lo podía creer: hoy el azar te ha traído, frente a mí… Perdona, no te asustes, estoy demasiado emocionado.

-Mi madre se llamaba Clara Martín. Murió el año pasado… ¿Entonces, tu apellido?

-Sí, mis padres adoptivos respetaron mi apellido materno. A efectos legales soy José Luis Martín Serrano-Cuenca. Por eso mi prisa por verte hoy mismo. ¿Lo entiendes?

Ofelia se siente un poco aturdida. No puede entender que le estén pasando estas cosas. Su madre jamás le habló de este detalle. Sólo, unos pocos días antes de morir, le había comentado algo: tienes familia que no conoces, muy cercana, algún día os encontraréis. Pero, nunca dio crédito a sus palabras; sufría demencia senil. Ahora, todo coincidía.

Siguieron hablando durante mucho rato. El local cerraba pronto, era Noche Vieja. Al salir se despidieron con un abrazo.

-Nos veremos el día dos en el trabajo.

Cada uno se iba a su casa. Pero antes de dar la vuelta a la calle del café “El Regalo” Ofelia se volvió, lo llamó por su nombre y le dijo:

-Hoy he encontrado trabajo y a un hermano. Éste es el mejor regalo de un año que termina. ¿Dónde pasarás la noche?

-En casa, solo, con una botella de champán. Y tú, ¿tienes familia?

-No. Tengo un acuario lleno de peces de color verde esperanza. Me hacen compañía en silencio.

-Pues… Tomaremos el champán junto a ellos. Seremos: dos y los peces.

14 comentarios:

  1. Ha quedado un poco extenso,lo tenía por ahí. No sé que me pasa últimamente con el editor que no me deja hacer con los textos lo que yo quiero...
    Espero que os guste.

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  2. "millones de ideas le afloran en la cabeza". No en vano los datos del remitente. El relato consigue redondez por su alusiones cómplices: esperanza, los peces, el regalo. Y el tema, por supuesto muy navideño: nacimiento y encuentro de una fraternidad perdida.

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  3. Sí que me gusta, Cabopá. Es un relato precioso, con un ritmo narrativo muy logrado. No se te desbocan los elementos edulcorados y eso es muy de agradecer, pues con lenguaje sobrio narras la situación de soledad de ambos y, además, la desafortunada de Ofelia por estar sin trabajo.
    ¡Qué nochevieja más buena fue para los dos hermanos!
    Besicos agradecidos por este rato de lectura.

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  4. me ha puesto la piel de gallina, menudo regalo y menudo pedazo de relato. Genial.

    Un abrazo gordo.

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  5. Ojala se encuentren todos los hermanos, padres y madres separados por las circunstancias y tengan igual regalo que Ofelia.
    Precioso relato.

    Besos desde el aire

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  6. Una hermosa historia para pasar feliz una Nochevieja y cualquier otra noche.

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  7. Me ha encantado tu relato, pensar que todavía existe magia en Navidad.
    De extenso nada, tiene su justa medida para contar un bonita historia.

    Besos.

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  8. Un canto a la esperanza, a la confianza, a la vida, al futuro. Una preciosidad y muy bien descrito.
    Me has dejado una sonrisa, que no es poco, querida amiga.
    Un besito muy fuerte.

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  9. Narrar encuentros, encontrarse. Que maravillosa sorpresa. Partir de una coincidencia lejana y establecer un vínculo que permanece a lo largo del tiempo. Dos desconocidos hasta que se descubren y se establecen lazos de unión. Así me he senntido contigo, así he descubierto tu impresionante blog. Felicidades. Lola.

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  10. ¡Qué bonito Maricarmen!
    Es un perfecto cuento de Navidad. Me has emocionado. Se puede ver la soledad, la resignación y por supuesto EL REGALO.

    Muchos besos

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  11. ¡Ay Maricarmen! Me encanta lo bien que se te da el relato. A mí me cuesta un triunfo reducir una historia a unos pocos folios. Este verano he escrito unos pocos, pero con este calor ni cabeza tengo ya...
    Un besico

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  12. Una pregunta: ¿sabes cómo hacer comentarios a la Fuensanta y el Antón? Yo no encuentro la posibilidad en el blog y están poniendo algunos chistes que me están gustando mucho.

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  13. Ojalá siempre fuese tan sencillo para esas personas que buscan su procedencia.

    biquiños,
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  14. Precioso cuento de Navidad para Agosto. Me gustó mucho Mari Carmen, tiene ritmo y engancha. Muchos besos.

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