Me aposté en la terraza con la cámara y a cada parpadeo del Faro, disparaba, buscando la luz. Una ráfaga de luz que perciben los barcos, que ilumina a los marineros, que da luz al pueblo pesquero, que lo identifica.
Pocas cosas son tan atractivas como la luz de un faro en la noche que llega o en el crepúsculo de un día de diciembre que se va, cuando las nubes pasan ligeras, las gaviotas se alborotan, cuando la luz del día se apaga, la calma, la armonía te devuelve la luz que no vas buscando, pero la encuentras...
Cabopá
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