La vi venir sin su sonrisa amplia, caminaba por la arena, descalza. Sola en el azul del mar y de la mañana.Su silueta destaca entre el mar y la arena parda. Sola con su luz y su calma.
Como una sirena varada parecía buscar los pensamientos escritos en el agua. No los debió encontrar, porque caminaba lenta, junto al brillo de su melena blanca. No levantó en momento alguno la cara. Sólo camina y camina junto al mar en la playa larga.
El mar bañaba sus pies durante la caminata. Esta mujer que anda, centellea como una ninfa que hubiese emergido de los fondos marinos cercanos y profundos. Al caminar no deja huellas, como si la brisa la llevara en volandas.
Cuando de pronto acelera el paso y se la ve alejarse deprisa. Avanza hacia una cala. Quizá Ulises la está llamando para integrarse en el coro y entonar el canto, que le alegre el alma de su mirada.
Se queda quieta, como una estatua de sal; mira al horizonte y a la montaña. Ha cruzado la linea del pensamiento, el mar susurra una canción melódica con las olas y su rumor. Su cuerpo cambia de forma, el busto es de mujer y el cuerpo parece el de un pez. La brisa se mueve rápida. Ya no se ve a la mujer de la melena blanca.
La playa se ha quedado vacía.Las huellas se arrebatan por las dunas. Ahora, sólo se oyen los estridentes sonidos de una ambulancia.