Cada día le ayuda a levantarse. Siempre muy temprano. Cada día y a la misma hora, la traslada a una habitación en penumbra. Está sentada en una silla frente a la ventana, la que da a una terraza por donde entrarán los primeros rayos de sol en la amanecida temprana. El sabe que se quedará ahí, esperando a que la sombra se vaya y llegue la luz e inunde la estancia. Mirará el mar iluminado por la claridad del día en sus destellos deseados. Su cara será el espejo que haga desparecer la monotonía. Es, la que habita su existencia cotidiana desde aquel día en el que llegó la murria. La de los tonos grises en los que vive. Es, su vitamina diaria: el mar y la luz del sol. Es, lo que necesita para cruzar la calle y aparcar las ruedas en la orilla. viernes, 8 de octubre de 2010
LA MURRIA
Cada día le ayuda a levantarse. Siempre muy temprano. Cada día y a la misma hora, la traslada a una habitación en penumbra. Está sentada en una silla frente a la ventana, la que da a una terraza por donde entrarán los primeros rayos de sol en la amanecida temprana. El sabe que se quedará ahí, esperando a que la sombra se vaya y llegue la luz e inunde la estancia. Mirará el mar iluminado por la claridad del día en sus destellos deseados. Su cara será el espejo que haga desparecer la monotonía. Es, la que habita su existencia cotidiana desde aquel día en el que llegó la murria. La de los tonos grises en los que vive. Es, su vitamina diaria: el mar y la luz del sol. Es, lo que necesita para cruzar la calle y aparcar las ruedas en la orilla. 
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Murria: sinónimo de tristeza, por estas tierras murcianas...
ResponderEliminarHoy os dejo lo que yo denomino MICRO-RE, así etiquetado y así guardado en mi archivos personales.Para ver más sólo hay que pinchar en la etiqueta.
Besicos.
Realmente es triste el relato, no podía ser de otra manera con ese título. Pero es cierto que la luz del sol y la contemplación del mar tienen una fuerza extraordinaria, "es, su vitamina diaria..." no lo podías haber dicho mejor. Sé de lo que hablas.
ResponderEliminarBesitos luminosos para alejar la murria
Buenas noches
Me gustan mucho estos relatos, por dos razones fundamentales, una por lo bién escritos que están ( los bordas ) y otra porque intuyo que tus emociones respecto al tema en cuestión son infinitamente mayores que las que se desprenden de lo relatado. Un beso
ResponderEliminarUn triste tema el de este relato corto, pero bien contado. Le voy a echar un vistazo a esos otros micro.re.
ResponderEliminarUna sóla vez en mi ya larga vida me visitó la murria -"la de los tonos grises"-.
ResponderEliminarTuve suerte y se quedó conmigo sólamente una semana. Ay de aquel que reciba la visita de tan desagradable señora y no tenga a quien agarrarse. No tenga quien "le ayude a levantarse".
Besicos.
ResponderEliminar• Debes cultivar este género. Sabes concentrar lo esencial. Es un bello relato con la foto apropiada. Perfecto.
• un beso horizontal
CR & LMA
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La murria es temible, yo si la conozco, de vez en cuando viene a ver si la dejo quedarse conmigo, pero no, no se lo consiento. Precioso micrirrelato, a mí todos me salen de risa, no puedo ponerme seria escribiéndolos, qué le vamos a hacer.
ResponderEliminarTriste relato pero esperanzador, con ese sol colándose por la ventana.
ResponderEliminarUn saludo.
Uf, ligerica y corriendo, no me pille la murria. Qué digo, a la carrera.
ResponderEliminarBesicos supersónicos.
También la murria es melancolía.
ResponderEliminarMagnífico relato, Cabopá.
Besos.
Cerca del mar todo debe ser más fácil, incluso superar la melancolía, al menos eso pienso.
ResponderEliminarLa foto me encanta. Besos.
lo cuentas llena de emocion y tristeza, algo disipada seguro por las vistas desde la ventana
ResponderEliminarun saludo carcelario.
pd: bonitas las fotos del cabo y de Lo Poyo, una lastima que estan dejando caerse el monasterio