No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo. Oscar Wilde

viernes, 17 de junio de 2011

AGITADO

Se despierta bruscamente. Se levanta y sale a tientas por el pasillo. Recorre toda la casa, asomándose a cada una de las habitaciones. La luz entra desde la calle por las ventanas es, noche de luna llena.

En el silencio oscuro de la casa sigue dando tumbos; mira los cuadros que la tenue luz ilumina. Parece que oye voces, pero no hace caso. Sus pensamientos bailan al son del tremendo mutismo de la madrugada. De pronto suena el timbre del portal. Sin encender la luz de la entrada abre la puerta, al otro lado se presentan un capitán y el cabo primero de los bomberos:

-Tienen que desalojar la casa. Hay fuego en el edificio.

Carlos, debe llamar a su mujer. Duerme mientras él permanece en la desvelo deambulando por la casa. Agitado recorre el largo pasillo llamándola a gritos:

-¡Teresa, Teresa! ¡Hay que salir rápido!

La mujer se incorpora de súbito y le dice tratando de calmarlo:

-Sólo es una pesadilla, Carlos. Duerme, ya casi es la hora de levantarse.

Ahora, son las seis de la mañana y el despertador suena como música placentera. Carlos se levanta. Al despedirse de Teresa le da un beso. Ella bromea sobre lo bien que le queda el equipo de trabajo. Finalmente le dice:

-Qué tengas una guardia tranquila…

9 comentarios:

  1. El mundo de las pesadillas es un buen cofre para cargar palabras, querida Cabopá, y aquí está la prueba.
    A veces, esas pesadillas se viven con más nitidez que los hechos reales y se nos quedan prendidas como si se tratara de recuerdos de auténticas vivencias.
    Besicos, amiga.

    ResponderEliminar
  2. El calor produce pesadillas que queman.
    Me ha gustado.

    ResponderEliminar
  3. Me imagino que el marido era bombero y tenía pesadillas laborales.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  4. Es un grato placer pasar a leerte.
    te dejo mis saludos y deseo
    tengas un buen fin de semana.
    un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Cuando soñamos y nos despertamos existe una milñesima de segundo en dónde no distinguinmos la realidad del sueño. Es el peor momento del día porque casi siempre suele ser una pesadilla, jejeje

    Besos

    ResponderEliminar
  6. Un relato muy bonito. Odio las pesadillas, me dejan un sabor amargo durante todo el día.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  7. Bueno,bueno, se me han puesto los pelos como escarpias.Yo, de esto de las guardias se un rato....
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  8. Una pesadilla con un dulce despertar. Saludos.

    ResponderEliminar
  9. ¡Qué sufrimientos acumula nuestra mente! Pero la liberación que sentimos cuando despertamos es increíble. Buen relato.

    Te debo una explicación. Durante algún tiempo y por motivos de salud y personales, no he podido hacer ninguna visita a los blog amigos y, además, esta situación se va a prolongar un mes -si no es más- así que ayer antes de publicar mi último trabajo, cuando estuve viendo vuestros comentarios ví tu regalo. No sé qué habrás pensado de mí: espero que no me hayas juzgado con severidad. ¿Puedo aún recogerlo? Te agradezco mucho que me hayas tenido en cuenta. Un abrazo. Franziska

    ResponderEliminar