Por el Paseo de los Álamos siguen andando con el rumbo acostumbrado. De vez en cuando se cogen de la mano. Se paran y miran escaparates. Él le habla, ella lo mira atenta, cálida. Los álamos viejos recogen sus miradas, saludando desde los recuerdos olvidados, perdidos en los días de sus ramas. Allí quedaron los vocablos. Las palabras, quedas, en lo alto. Ella recogía hojas en primavera. Ahora las hojas están secas, han perdido el brillo, como su mirada. Ya no son los días irisados por las palabras dichas. Han quedado abandonadas en los cuadernos escritos. Él le cuenta, como un buen narrador de cuentos, todo lo que acontece alrededor de la vida, con afecto y comprensión. Nada, nunca, hizo prever que Juan se convertiría en el acompañante fiel. Siempre había sido Marta la que escribía los relatos más líricos en el paseo. Hoy, sin memoria y con los recuerdos olvidados, a su lado, camina como testigo.
En el cuaderno de la memoria lo lleva todo escrito. Ahora no se acuerda: ¿Qué es lo qué anotó? Sólo sabe que antes de salir a la calle alguien le ha acariciado en la mejilla diciéndole: “Marta, qué guapa estás”
En el cuaderno de la memoria lo lleva todo escrito. Ahora no se acuerda: ¿Qué es lo qué anotó? Sólo sabe que antes de salir a la calle alguien le ha acariciado en la mejilla diciéndole: “Marta, qué guapa estás”
Es el mejor microrrelato que he leído en mucho tiempo. Digno de figurar en una antología. Has descrito la ternura de una manera sublime. Sabes que no me agradan los elogios exagerados, pero esta vez me rindo: genial.
ResponderEliminarBesicos.
¡Que triste es olvidar los recuerdos ,pero conque ternura lo cuentas.Un beso
ResponderEliminarUna faena tremenda no poder recobrar los recuerdos. Menos mal que aún le queda el tacto y percibe el cariño a través de las caricias. Muy bonita la historia.
ResponderEliminarUn saludo.
Una historia enternecedora. Muy bonita y narrada con mucho estilo.
ResponderEliminarCabopá respecto a lo que me preguntabas sobre las flores ,no puedo responderte con exactitud. Es un arbusto muy común en Galicia, esas flores concretamente estaban en los jardines del Pazo de Oca, una auténtica joya, con razón le llaman a estos jardines "el Versalles gallego". Si me entero como se llaman, te lo diré.
Un beso, guapa.
Muy bien, lo que se dice redondo. Y mira que es difícil el microrrelato... A mí siempre me salen en plan chiste jajaja, así no voy a ninguna parte.
ResponderEliminarUn besico
Mari Carmen, lo has bordado, ¡Qué triste!
ResponderEliminarLo último son los gestos, el oido, las caricias,
las miradas, las palabras amables.
Un abrazo fuerte amiga, gracias.
Que hermoso y que terrible a la vez. Un besico, guapa
ResponderEliminarCabopá, nos hemos asomao a tu ventana y nos gusta que ayudes a que la gente no se olvide de Lorca.
ResponderEliminarBesicos.
preciosa y tierna historia sobre una realidad ,tan cruda!!!!!.
ResponderEliminarUn abrazo solidario
Buen relato Maricarmen. Muy tierno, un verdadero paseo por la memoria y el olvido, en un espacio que nadie, solo los protagonistas, saben lo que ocurre, lo que sienten, lo que pasa.
ResponderEliminarMuchos besos
¡Qué precioso y cuánta ternura!
ResponderEliminarEso es amor del verdadero.
Besitos