No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo. Oscar Wilde

miércoles, 29 de junio de 2011

LA ESTOLA


La señora ha salido del cuadro, con estola sobre los hombros ribeteada de perlas; con ojos azules de mar y unas pupilas que brillan con la mirada; los labios, de rojo bermellón de aquel carmín que compró en la perfumería de la esquina de su casa, en aquel callejón en el que pasea todas las mañanas cuando baja a tomar el sol.

Esta calle angosta en la que vive es, como su vida, estrecha y larga. Los edificios que la rodean tienen su misma edad. Hoy ha salido a la calle con su falda negra larga hasta los tobillos, zapatos de punta y tacón fino, abrigo blanco de lana con ondas sobre las caderas; una pieza de primeros de siglo que siempre ha guardado en el cofre que heredó de su abuela materna.

La estola sobre su espalda; sobre ella su melena de ralo pelo rubio que tira a blanco. Sus rizos se estiran y se encogen con los movimientos del andar pausado y los vaivenes de la piel que reposa sobre sí misma.

Cuando sale de su casa, portal número doce, cierra la puerta de cancela tras ella. Se queda unos segundos antes de abrir la puerta que da a la calle. Se retoca el pelo, arregla la ropa y con un giro airoso recoloca guantes y bolso. Mirándose en uno de los cristalitos de la puerta sale a pasear. En la otra esquina de la calle está su amiga Nieves esperándola.

Su compañera de paseo tiene la tez blanca, haciendo juego con su nombre. Es una mujer triste que escucha y mira a su amiga con cierto aire de admiración. Se sentarán como todos los días a tomar el aperitivo en la terraza del bar de la otra esquina. Allí termina el paseo diario tan breve como sus pisadas lentas y cortas; no así, como sus vidas. Después volverán a la monotonía de las cuatro paredes, solas, como ellas. Sólo los cuadros del recuerdo son la compañía.

Los cuadros de señoras con estola ya no se llevan, ni las estolas de fino armiño sobre los hombros. Las terrazas de los bares están llenas de cuadros como éstos. Ayer una de las dos faltó a su cita. El callejón quedó más gris aún en su estrechez. Un sol tibio apenas si asomaba por un resquicio.

Hoy, el sacerdote que oficia las pompas fúnebres por Nieves. Lleva una estola de color morado, la que toca según la liturgia. Su amiga, en la esquina de su casa, antes de salir se coloca la suya.

6 comentarios:

  1. Un relato con descripciones muy nítidas. Consigues que vea la ceremonia de salir a la calle y que huela el aroma de tiempos pasados, detenidos en los marcos de los cuadros, en las paredes de las casas.
    Al final, Nieves muere, pero la vida sigue con sus liturgias diarias. Así es el mundo, aunque sea en cuatro pasos de un callejón.
    Muy bonico, Cabopá.
    Besicos, relatora.

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  2. De estolas va el relato, pero qué dos estolas tan diferentes. Prefiero la de Nieves, suave, de pelo artificial (que no de animal, pues Nieves era muy respetuosa con las nutrias, pelo al que se parece el de su estola), delicado, que le confería un cierto aire de aristócrata europea. Era un signo de coquetería que siempre le sentaba bien. Qué diferente de la del Padre Manuel, el párroco, de imitación de seda, brillante y rutinaria a pesar de cambiar con el calendario litúrgico...

    Besos

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  3. Mari Carmen llevo unos dias sin Internet, aparte de tener mucho trabajo de fin de curso, pues aunque mis niños son pequeños, tengo que recoger toda la clase, papeleo, reuniones...
    Pero he leido y he visto tus entradas y como siempre me gustan mucho.
    ¡Oye estás igual de guapa que cuando no te daba verguenza posar!
    Un abrazo fuerte amiga, desde mi Librillo.

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  4. Bonito relato con un elemento vertebrador que da cohesión o estructura todo el conjunto.
    Un ritual, una liturgia, una ceremonia de estolas. La que menos me gusta es la del cura celebrando una muerte.
    Un saludo.

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  5. Ritos, ritos,
    Sean cotidianos, religiosos, populares.
    Algo a lo que aferrarnos para dar más consistencia a la vida.

    Un abrazo

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  6. Gracias por compartir conmigo este texto Cabopá me ha encantado, es muy visual.

    Besos desde el aire

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