Mamá
rana
Esa rana que, entró por la ventana y, se
quedó, la he visto salir del cajón del
escritorio y hacer piruetas entre las tablas, sale, se asoma, se posa y reposa
debajo de la luz. ¿Sabes?, como una mariposa, verde con ojos grandes y
vivarachos, grandes pero no tanto como una osa. Sí, tan avispados como los
tuyos…Y sube y baja hasta el escritorio y deja sus huellas de anca sobre el
teclado, desde donde hoy, escribo este cuento que te cuento. Qué, me invento
para contarte sentada en la mecedora con la toquilla que cubre mis hombros…Y,
no suelta nunca a su cría que lleva sobre el lomo. ¿Sabes? Tú me dirás: ¿las
ranas tienen lomo, abuela?
…Y vive en la habitación de al lado, guarda
los sueños de aquella chiquilla de mofletes sonrojados, sin croar ni un solo
día, para que la niña tenga buen despertar, para que los días sigan siendo
verdes y las noches llenas de sueños alegres. La mamá rana me mira, mientras
escribo; parece que tuviera una interrogación en la frente. La miro y sonrío,
observo, a la rana cría con esos ojos tiernos de contento. Yo creo que me dice
sin croar que necesita una charca donde habitar. Supe un día que, Puck tenía
una charca y le escribí una carta, por si la quería adoptar...Y lo guardé en una carpeta para el día que tenga una nieta.
Hace unos días estuve con este cuento en
¡Gracias Puck!
Visitad su charca y si tenéis alguna rana , ella la acogerá con sumo gusto.