Había una vez una gallina
llamada Pía. Era la polluela más joven y con el más bello plumaje, vivía en un corral con el gallo Pío, tieso desde las
patas, a la cabeza, con la cresta siempre espigada. Todas las gallinas de la
majada se acercaban a él con el mismo
afán. Sólo Pía lo miraba de soslayo, pues, el rubor que le producía su mirada le hacía plegar las plumas.
No era Pía una gallina triste
aunque cacareaba siempre en su rincón, mientras sus compañeras intimaban por el
gallinero con Pío ella, picoteaba con gran disimulo, conocía que su destino
sería poner huevos –no le quedaría, otra- para el consumo de sus dueños. Pero
un día, Pío se le acercó correteando a su alrededor con un saludo largo y
sonoro cómo sólo él sabía. Las demás gallinas turulatas no se lo podían creer y
con cierta envidia observaron el juego.
Unas semanas más tarde, apareció clueca, sus plumas brillaban y con su cabeza
estirada miraba a Pío con dulzura. Pía se sentía contenta; cacareaba despierta
y vigilaba con celo el capazo donde incubaba los huevos. Ya no sólo sería una
gallina ponedora. Era feliz con Pío que se desvivía en atenciones. Cuando llegó
el momento, nacieron los polluelos, media docena de jovencitos
galluelos iguales al gallo Pío. Madre-gallina y padre-gallo pasaron a un
nuevo corral y los hijos-pollitos fueron trasladados a una pollera de caña de
cañal de acequia que había construido el abuelo Manuel.
El cuento de Pío y Pía, y toooodos sus polluelos. Y mira tú que gracias a mirarle de "soslayo" fueron Pío y Pía los protagonistas de historia de amor y muchos huevos!!!. jajaja....¿has tenido alguna vez gallinas? ...
ResponderEliminarUn besote por tu texto y por el abuelo Manuel, si es que era personaje conocido o histórico de tu propia vida.
Una bella historia de amor.Lo siento. Hoy tengo arroz con pollo. Espero que no diga ni "pío".
ResponderEliminarUn saludo.
Mu bonita tu historia del gallinero.
ResponderEliminar¡No me gusta el arroz con pollo!
Pero me encanta el canto del gallo y las gallinas en el campo.
Un abrazo fuerte amiga.
Carmen, te estoy imaginando contándole cuentos escritos por ti a tus nietos. Seguro que se quedarían embelesados escuchándote. Un beso.
ResponderEliminar¡Qué bonito, Cabopá! Amor emplumado.
ResponderEliminarUn abrazo,
Hermosa historia de amor en el corral.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que hermoso cuento amiga, felices estará tu nieto con los cuentos de la abuela.
ResponderEliminarTe dejo para el este cuento mío que publicó un gran amigo, Javier Merchante.
Un gran abrazo para vos.
Luis
http://elmaestrocuentacuentos.wikispaces.com/Chimpiribipub%C3%ADn
Tus gallinas y mi gallo
ResponderEliminarsi se hubiesen conocido
¡qué bien lo hubieran pasado!
El misterio del amor también ronda en el corral.
ResponderEliminarJe je, besos, Cabopá.
Hola, guapa. Te agradezco que hayas dejado unas palabras en PFD y... si me lo permites: las publicaré en "Microrrelatos..." en miercoles 6. En caso de problema o... yo qué sé, sólo dímelo.
ResponderEliminarMuchas gracias y buen fin de semana, al menos, lo que queda de él. gracias
Cuando lo que mueve es el AMOR, casi siempre, el cuento termina bien, como en la vida. tú estás llena de amor y no puedes disimularlo, Cabopá. Ni falta que hace.
ResponderEliminarPollitos y abuelo, una unión simbólica o no??
Un besooo grande, Carmencica.
Me gusta la historia de Pio y Pia.
Qué lindo cuento, el amor también llega al corral. Besos Cabopá por regalarnos con tus palabras.
ResponderEliminarTu cuento a traido a mí recuerdos de infancia. En el pueblo, mi tía tenía un gallinero en la andana de la casa y era una fiesta llegar y subir allí entre el cantar de las gallinas y el gallo. Mucha ternura Cabopá. Gracias.
ResponderEliminarQué sonrisa y qué recuerdos me ha traido tu relato. Amores de corral y esos pollitos tan lindos y tan esponjosos.
ResponderEliminarEn un entorno tan sucio como el que vivimos estos días, un poco de ternura animal ha iluminado mi tarde gris.
Un beso, MariCarmen, me pongo al día por aquí.
Esto es amor emplumado ¿no? ¡Encantador tu cuento!
ResponderEliminarBesitos
Qué bueno. Enhorabuena, Maricarmen, por esa abuelez que vamos a compartir. Me alegro un montón.
ResponderEliminarA mi hija Laura le quedan menos de dos semanas, así que me pongo ya a revisar cuentos,nanas y doble de pañuelos para todas las emociones.
Ya nos vamos contando. Muchos besos y que todo vaya de cine.