No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo. Oscar Wilde

lunes, 29 de junio de 2009

MICRO /JUNIO

EL JUBILADO
No había viajado mucho; sí acaso se ha enamorado alguna vez, no fue la mujer de su vida; tiene un trabajo cómodo: empleado de una CIA de Seguros. Reside en una ciudad del sur dónde se trabaja, se pasea o se toma el vermú sólo a la hora de dormir o cuando llueve la gente está en casa.
Domingo tiene trabajo y salud, un nombre festivo, al que no hace mucha gala, es más bien pesimista un tanto taciturno, no menos maniático y rigurosamente ordenado.
Trabajó hasta que cumplió los 65 años, encargó en el bar de la esquina un suculento aperitivo y se despidió de sus compañeros de aquella manera tan particular a la que los tenía acostumbrados: " Adiós, ahora me toca morirme". Nadie dio importancia a sus palabras dándole palmaditas en la espalda, algún abrazo; le alentaban a vivir muchos años, celebrando su buena salud.
En los primeros años de retiro iba de vez en cuando a tomar un vino con la gente de la oficina. Luego dejó de ir tampoco se le veía mucho por la ciudad, hasta que un día se encontró con un compañero que se interesó por su salud; en una ocasión aquel otro que emocionado al verlo le decía con mucha vehemencia no sabes cómo me alegro de verte. Me alegro, me alegro; de pronto y en un alarde de sinceridad le dijo: “se ha comentado que habías muerto… Así que hace un mes, ofrecimos una misa por tu descanso eterno”
Dándole las gracias, se fue pensando:" ahora me toca morirme"

3 comentarios:

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  2. Pues algo así pasó con la actriz Concha Segura, que tuvo su magnífico funeral en Yecla, hasta que mi padre descubrió en Madrid que estaba vivita y coleando. Lo que se rieron sus amigas de lo del funeral yeclano.
    Curioso cuento. Hay más gente de la que creemos a la que se le da por muerta. En realidad, son muertos simbólicos.

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  3. ¡Lactem! ¡Porca miseria!
    Hoy en día el que se jubila se pone más bonito que el sol, y no triste y melancólico. Jubilarse viene de júbilo, alegría. Yo veo a las parejas de jubilados disfrutando de la vida sencilla, de los viajes turísticos, de la compra en el supermercado, de los paseos relajados...
    A veces quien no te ha visto en mucho tiempo puede preguntarse si estás vivo o ya no, pero vamos, tampoco hay que rasgarse las vestiduras, entre otras cosas porque ese dramático gesto, tan bíblico y clásico, es dificilísimo hoy, con estos tejidos sintéticos que fabrican que no hay quien los rompa¡demonios! Yo, que soy bastante teatral, lo he intentado varias veces (para impresionar más que nada, lo confieso) y lo más que he logrado es romperme un par de uñas. Y no te digo cundo lo he intentado con prendas de licra, jajajajajaja, estiran y estiran sin rajarse y al soltarlas...¡latigazo en tos los morrossssss!

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