Habladora de palabras
tejedora de ideas hilvanadas
profesora de tareas amorosas
dibujante de esquinas en soledad
fotógrafa de colores azules
madre de hijos bien paridos.
Renglones torcidos por el azar.
hojas en blanco rellenas de sentimientos.
dedos que corren detrás de un teclado
cuadernos llenos con notas del olvido
lápices de granito y gomas que no borran
Un día todos verán a la luz del flexo que no alumbra
en la mecedora, las caricias olvidadas.
profesora de tareas amorosas
dibujante de esquinas en soledad
fotógrafa de colores azules
madre de hijos bien paridos.
Renglones torcidos por el azar.
hojas en blanco rellenas de sentimientos.
dedos que corren detrás de un teclado
cuadernos llenos con notas del olvido
lápices de granito y gomas que no borran
Un día todos verán a la luz del flexo que no alumbra
en la mecedora, las caricias olvidadas.
Esta escalera tiene unos peldaños de subida y otros de bajada, pero este a veces maldito chisme no me deja hacer lo que yo quiero...
ResponderEliminar¡Qué bonito! A mí tampoco el maldito chisme me permite poner los renglones y los espacios según mis deseos.
ResponderEliminarDe las máquinas no hay que hacer mucho caso ni preocuparse. La escalera quizás es interior, no exterior. Se percibe en el ritmo, aunque la representación gráfica ayudaría.
ResponderEliminarPaso por aquí a saludarte y a leer tus últimos sentimientos. Estoy alejada de los blogs, en el campo, sin tele ni conexión, sin nada, qué bien, pero vengo a Murcia de vez en cuando. Me agrada visitar a las amistades blogueras. Un beso.
Buenísimo.
ResponderEliminarLa escalera de tu vida... bonito, bonito
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