En su cabeza dan vueltas miles de pensamientos deslavazados, se mezclan con sentimientos de animosa textura. Densa bruma de los días y las semanas que pasan sin expresión de cálidas palabras.
En días de grandes paseos solitarios sin hacer nada concreto, pero con muchas cosas por hacer. No salen al paso las caras que quiere ver en los espejos en los que se mira. Unos cristales que se rompen como las cuentas de un collar, deshaciéndose en sintonía con las horas de los días que pasan sin apreciar lo que hay alrededor.
Cerca pero en lejanía se oyen sonidos que acompañan a los paseos de luz solar vestidos de alegres colores. No existen suficientes abalorios para rellenar el vacío, el que produce el eco mudo de las palabras pensadas y no dichas.
Ahora llega el momento de sacar la ropa del armario, donde se encuentra lista para poner en los cuerpos que seguirán vistiéndose distinto cada día. No sabe por qué hay tantos objetos inservibles que adornan las casas grandes, que se llenan para ocupar el espacio de los sentimientos abandonados en las aceras que transitan tantas y tantas personas que te miran y no te ven.
Las visitas ya no se llevan, las visitas ya no se hacen y los días pasan en balde para aquellos en los que se ha puesto tanta inversión de afecto. Nadie lo entiende.
En días de grandes paseos solitarios sin hacer nada concreto, pero con muchas cosas por hacer. No salen al paso las caras que quiere ver en los espejos en los que se mira. Unos cristales que se rompen como las cuentas de un collar, deshaciéndose en sintonía con las horas de los días que pasan sin apreciar lo que hay alrededor.
Cerca pero en lejanía se oyen sonidos que acompañan a los paseos de luz solar vestidos de alegres colores. No existen suficientes abalorios para rellenar el vacío, el que produce el eco mudo de las palabras pensadas y no dichas.
Ahora llega el momento de sacar la ropa del armario, donde se encuentra lista para poner en los cuerpos que seguirán vistiéndose distinto cada día. No sabe por qué hay tantos objetos inservibles que adornan las casas grandes, que se llenan para ocupar el espacio de los sentimientos abandonados en las aceras que transitan tantas y tantas personas que te miran y no te ven.
Las visitas ya no se llevan, las visitas ya no se hacen y los días pasan en balde para aquellos en los que se ha puesto tanta inversión de afecto. Nadie lo entiende.
¡Autora! Qué suerte, tener cosas que decir y decirlas de este modo. Hasta el título está bien elegido.
ResponderEliminarMe parece que aciertas al no poner ninguna fotografía con tu texto.
Besicos.
Cuantas más cosas poseemos, cuanto más medios de comunicación tenemos: móviles pre y postpago, correo electrónico, páginas web, blogs...,cuanto más vivimos en grandes ciudades atestadas de gente... más solos estamos. Triste paradoja.
ResponderEliminarEntiendo tu texto como un lamento de soledad, Cabopá.
ResponderEliminarDe ser así, te diré que me ha encantado.
Besos.
En este mundo de prisas, carreras e inmediateces, se pierde cada vez mas el verdadero sentido de las cosas, de la vida, de la amistad... Cuando en un momento de reposo miramos en nuestro interior, nos encontramos solos, vacíos y con unas espectativas que no nos llenan. Quien no sepa reconocerlo tiene mas complicada la solución. No es tu caso; siempre estarás llena de afectos y cariño a tu alrededor, por que los cultivas y te los mereces. Besicos
ResponderEliminarQué decir de aquel tiempo en que los vecinos se visitaban a diario, compartían vivencias y esperienzas, días buenos y malos, en plena y total confianza....
ResponderEliminarUn besito
Siempre tienes cosas que decir y muy bien dichas, es verdad que en las ciudades, con tantas ocupaciones tenenemos que estar de un lado a otro sin parar, pues el tiempo vuela, menos mal que tenenmos los fines de semana para hacer foticos preciosas, como las tuyas, esas que ví esta mañana del mar han desaparecido y me encantaban.
ResponderEliminar¿Donde las has guardado?
Un abrazo fuerte amiga, desde mi librillo.
Gracias, Cabopá, siempre me llenan de placer tus palabras en mi blog, lo mismo que las delicias literarias que nos dedicas, adornadas por el afecto y la ilusión.
ResponderEliminarUn abrazo desde Segorbe.
Luis.
Querida Maricarmen... Así es, tu lo has dicho, muy bien, por cierto....
ResponderEliminarNos comunicamos sin vernos.
Eso pierde muchas cosas gratas. La mirada, el calor de una mano, un abrazo, una caricia...
Y todo eso e mavilloso!!!
No permitamos que una forma suplante la otra...Pueden convivir juntas.
Mañana me subiré nuevamente a ese tren que comentaba en mi post antrior y me iré a Valencia a hacer un montón de cosas en mi nueva casa...
Pero veré a mi hijo, mi nuera, mis nietas, y los abrazaré, y los besaré, y los tocaré y dormiré con mis nietas, y le contaré cuentos...
Ié a ver a mi madre en la Residencia y espero que me conozca, pero si no, pues es igual le daré un gran abrazo...
Y todo eso no se puede sustituir con nada.
Un besito, cariño.
¡Qué bueno! creo que todos estamos un poco ahí, en esto que nos cuentas con tanta precisión y claridad. Me gusta como describes el trayecto por dentro y por fuera, por dentro y por fuera. Tanta inversion de afecto y tanta perdida que nos pones también en las cosas, en las costumbres perdidas.
ResponderEliminarBesos