Eran tres amigas. Se llamaban: Celia , Carolina y Cristina. Eran aquellos años, los del Instituto cuando las amistad, es la cosa más férrea que se ha conocido. Eran utópicas, soñadoras, idealistas, enamoradizas; tenían una cierta conciencia social, algo de rebeldía y un temor a lo desconocido, un tanto particular. Eran buenas estudiantes y ponían mucha ilusión en lo que hacían, a la vez que tenían grandes expectativas personales, no, sin una cierta cautela ante el futuro, los tiempos que corrían no eran los más idóneos para terminar en la Universidad.
Un día Cristina dijo que quería ser escritora, que había empezado a escribir una novela, que tendría tres personajes y que ellas serían las protagonistas. Así que les pidió que empezaran a hacer un diario cada una a la vez, con el fin después de recopilar los textos y fundirlos en uno.
De vez en cuando se reunirían y leerían en común. Así lo hicieron. Llegó el final del curso y siguieron con las cartas desde la playa, desde la montaña y desde la ciudad. Se contaban todo, los enamoramientos del verano, las películas del cine de barrio, los enfados con los padres, los libros que leían, o la canción que más sonaba en la radio.
Los periodos de vacaciones se les hacían eternos y deseaban la vuelta al instituto, para volver a estar juntas y leer lo que habían escrito; se reunían en la trastienda de un comercio, propiedad del padre de Carolina; entusiasmadas leían y corregían las pruebas de la hipotética novela, elaborando los diálogos, el desarrollo de la trama, los capítulos, el índice, etc. Como Celia dibujaba bien, pensaron incluso en ilustrarla.
La revalida de sexto curso, las separó, Cristina y Celia se fueron al mundo laboral y siguieron en el bachillerato nocturno; Carolina llegó a la Universidad la primera, se seguían viendo los fines de semana, aquellos sábados clandestinos de panfletos en los locales parroquiales de un barrio muy conocido, en la rancia y pueblerina ciudad en la que vivían. Cambiaron sus intereses seudo literarios por la curiosidad política y social de aquellos años en los que tener ideas distintas era un sueño para aquellas jóvenes de familias corrientes.
Eran sobre todo muy buenas amigas. Eran tres amigas, en los tiempos de un país en blanco y negro, sin saberlo iniciaron un cuaderno de bitácora, en una red tan sencilla y simple, cuyos nudos estaban trazados por la amistad. Eran tres amigas.Hoy, probablemente tenga un blog.