No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo. Oscar Wilde

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lunes, 12 de abril de 2010

EL ZAPATO DE CHAROL y 4


Ellos eran alemanes, su físico deforme según los cánones del momento. A la mañana siguiente se reunieron los tres en el destartalado furgón de la caravana y prepararon un plan para no dejar rastro. Tenían que huir de allí. Ya no era un rumor, viejos, enfermos, deformes y judíos no tenían cabida en el nuevo orden alemán. Estaban solos y aislados, alrededor sólo peligro y terror.
Toda la noche la lluvia estuvo presente y ellos debían representar su última función. La decisión estaba tomada: sacrificarían el cerdo, de forma silenciosa y con mucha premura rellenaron los trajes de payaso con paja, los calzaron con unos lujosos zapatos de brillante charol para finalmente prender fuego al carromato. Dentro sentados en sus respectivas sillas, ardieron con el cerdo aquellos muñecos de paja. Como figurantes llevaron a cabo la última sesión "extra" de un arriesgado número de circo que les salvaría la vida. Cuando amaneció sólo quedaba entre el barrizal y los charcos un amasijo de hierro que desprendía un negro humo, olía a carne quemada. No cabría duda entre los soldados: la chusma de los payasos habría perecido en el fuego.
Sólo quedó en el dantesco escenario: un par de zapatos de charol, intactos, de distintos pies y distinto tamaño.
Nunca nadie supo cómo, pero, Clotilde, Germán y el Payaso Elegante llegaron a Suiza, donde pasarían el resto de su vida. Un día de lluvia del verano de 1942 contrajeron matrimonio, vivieron felices y en paz en el país que los acogió. Los recien casados, junto al Payaso Elegante, fundaron una Escuela de Payasos, llamada :"El zapato de Charol".
Muchos años después: un niño, llamado Manuel, con los ojos abiertos de par en par, está sentado sobre la alfombra a los pies de su abuelo.
Había escuchado muy atento aquella historia cuando de sopetón le preguntó:
- Abuelo: ¿Cómo se llamaba el payaso elegante? Germán lo mira y le pasa la mano por la cabeza removiéndole el pelo a la vez que lo acaricia con ternura.
Mientras, en la suya suenan sones de la música de un saxofón.

sábado, 10 de abril de 2010

EL ZAPATO DE CHAROL / 3






Fuera en el circo mundial, un hombre el más loco que el mundo iba a conocer, proclamaba: un universo por la fuerza de la raza, invocando la sin razón del exterminio de los débiles. El espectáculo vergonzante duró demasiado, matando, marcando y separando a millones de personas.
Emprendieron camino hacia lugares distintos. El éxodo no era fácil: Francia estaba a punto de ser ocupada; el eje Berlín-Roma, muy definido. España destrozada por las secuelas de la Guerra Civil e inmersa en una terrible hambruna. Así que todos los que se fueron nunca se supo dónde llegaron, ni nunca se volvieron a encontrar, sólo el enano y el payaso elegante se quedaron en aquel pueblo. Se ganaban la comida trabajando en un telar que fabricaba mantas para la guerra. Un día cuando volvieron de trabajar se encontraron el carromato del Sr. Strauss vacío. Se habían llevado a toda la familia a “tomar” un tren con lo que llevaban puesto y les colocaron una estrella en la solapa.
Este hecho lo supieron por Clotilde, que así se llamaba la que era su compañera que, como él, también era enana. Ella se había podido esconder gracias a su pequeño tamaño en el baúl de los trajes de gala de su pareja de función: "el payaso elegante". Cada vez se sentían más inseguros en aquel lugar. La represión del ejército era total; las gentes del pueblo mal vivían y la fábrica de telas cerró. Pronto no tendrían para comer, aunque siempre les quedaría aquella cría de cerdo que habían encontrado en el pueblo anterior y que les acompañaba como uno más.
Clotilde le propuso a Germán (el enano payaso) que deberían escapar como habían hecho todos los componentes del circo.



Continuará...

viernes, 9 de abril de 2010

EL ZAPATO DE CHAROL / 2




Muchos de los componentes del circo eran alemanes, no tendrían que temer, pero entre ellos había una familia gitana de origen húngaro, "Los Romanof", saltimbanqui y malabares. Los titiriteros rusos e italianos, los domadores de leones: "Los Toscanini". El dueño del circo era un judío alemán llamado Strauss. Siempre le había ido bien como empresario.
La pareja formada por el enano y el payaso elegante conseguían en cada función hacer vibrar las lonas con sus números diarios, produciendo carcajadas y recibiendo grandes aplausos. La vida en el circo era amable y cordial a pesar de los largos trayectos, del frío, de la lluvia y los días de nieve, los más. Las penurias de esta vida nómada y sacrificada se sobrellevaban bien, pues hacían lo que más les gustaba. Lo que se les venía encima no era fácil. Ahora tendrían que estar muy atentos a los acontecimientos. La mayoría de los días debutaban para sí mismos, como si de un ensayo se tratara.
La guerra, siempre cruel e injusta para quien la padece, podría acabar con ellos. No sufrieron daños por el ataque. Lo peor llegaría después.
Una vez invadido el país, el acoso y la persecución fue atroz. El pueblo se quedó mudo, puertas y ventanas cerradas, nadie salía a la calle, nadie hablaba con nadie; el día era como la noche, frío y oscuro. Sentían que los días eran tan largos como las cuerdas del trapecio. Pasaban despacio.
Fue una mañana de 1940. En la calle había aparecido la lluvia, arreciaba sobre la carpa con una fuerza desmesurada. Sentados en las gradas que siempre ocupaba el público fueron tomando asiento todas las familias, y en una improvisada asamblea decidieron disolver la empresa del "mayor espectáculo del mundo" que hasta entonces los había mantenido unidos, más en las miserias que en los exitos. Entre ellas y con ellas, habían comido cada jornada al menos.
Continuará...

jueves, 8 de abril de 2010

EL ZAPATO DE CHAROL



Hace tiempo escribí lo que puede parecer un cuento


Erase una vez un enano que pertenecía a una troupe de un circo alemán. Cada día junto con el payaso elegante y con sombrero de capirote, chaqueta de grandes solapas llenas de lentejuelas, atractivos colores y grandes zapatones hacían su número en la función circense: chririgotas, mimos y exageradas travesuras haciendo reír al público. Siempre la misma representación. Llenos de júbilo y alegría fueran días de lluvia, de sol, de niebla, con el estómago lleno o con él vacío, que eran las más frecuentes.
La gente del circo circula en grandes caravanas cargadas de vidas errantes que a diario extienden las lonas para cubrir sus mentiras, los deseos, los fracasos y las tristezas que, tapadas con grueso maquillaje sólo alguna malla rota las deja ver entre su piel. Cada tarde se transforman para divertir a los que vienen a verlos. Los circos encierran secretos y misterios que entran y salen de las jaulas con majestuosos andares como el de los elefantes, con miradas penetrantes como la de los felinos o tal vez salen a relucir las envidias y recelos de los saltimbanquis, de los titiriteros que siempre guardan a buen recaudo las novedades de sus grandes saltos al vacío. Más difícil todavía: " Señoras y Señores la función va a empezar".
Era una tarde de lluvia de aquel otoño sombrío y gris de 1939.Había estallado la Segunda Guerra Mundial. El circo estaba instalado en un pueblo cercano a Brujas (Bélgica). Los rumores de ataque a los países del Benelux, eran el motivo de conversación en los bares; en las calles del lugar no se hablaba de otra cosa que de la guerra. La afluencia al espectáculo empezaba a resentirse. En cada uno de los carromatos cundía el desánimo y el temor a la posible invasión de las tropas alemanas.

Continuará...

martes, 1 de septiembre de 2009

ESCENA / 4

Hace un rato que Blanca ha empezado a notar frío. Ese frío que recorre primero los huesos y eriza la piel produciendo escalofríos. Se ve reflejada en el grueso y desgastado cristal, ante la espantosa figura que encuentra, da un respingo y sus pies se despegan del suelo encharcado. Siente como una alegre sensación, su ánimo vuelve a ser ligero y su cabeza parece que aclara, tal como el día. El sol empieza tímidamente a asomarse entre las nubes de borrasca que, ligeras, pasan deprisa. Ya no son grises, son blancas y algodonadas y cruzan el cielo limpio, como sus pensamientos. Se ha levantado un aire fresco, tibio, tan suave como dulce y no se puede explicar cómo está tan calada, parece que le hubiesen echado el agua a jarrazos. Cuando vuelve a mirar el escaparte, observa que la mujer ya no está y el hombre que se hablaba a sí mismo se va haciendo mutis; desaparece detrás de unas viejas cortinas gruesas de flores en tonos rojos, muy desgastadas.
La exhibición de la que ha sido testigo y en la que nadie ha reparado, le vuelve a provocar una repentina sensación de frio. Se atusa el pelo y se da media vuelta para seguir el camino hacia el cafetín de otros tiempos. Cuando en ese mismo instante siente una emoción muy intensa, al ver que por esa misma acera en la que ha estado fundida en el tiempo y en el espacio, quien se dirige hacia ella es: Mario. Se abrazan, se miran y se vuelven a abrazar…. y juntos caminan hacia el café del boulevard.
La separación, la incomunicación, pero no el olvido, estuvo provocada por causas extraordinariamente imprevisibles, que coincidieron en un mundo absurdo lleno de prejuicios y valores tan arraigados como rancios que no permitieron que Blanca hablara con Mario después de su ingreso en un hospital psiquiátrico.
Hoy la luna del escaparate le ha hablado de aquello.
FIN

sábado, 29 de agosto de 2009

ESCENA / 3

La señora que habla sola de repente se queda quieta, no habla, apoya la cara sobre el cristal y descuelga de su oreja un pequeño artilugio que mete en un bolsillo. Mira hacia el exterior con la mirada extraviada y gesto serio. Saca un pequeño cuaderno lo abre, lee y lo vuelve a guardar. Enarca las cejas y paladea tragando saliva, después de ponerse de espaldas a la luna; cuando se vuelve, ya está otra vez hablando, ésta no es pausada y serena; agita los brazos, hace gestos de rabia y se mueve de forma agitada.
La gente pasa cercana pero nadie se para, el charco está casi seco, hace rato que dejó de llover. Blanca sigue allí, observa lo que sucede dentro del escaparate que la tiene inmóvil y silenciada, casi no parpadea. Es una película, la que está viendo de la que no se puede perder ningún fotograma. Ni siquiera oye los sonidos de la calle, que ruge a tráfico intenso, que huele a vapor de chimeneas. La lluvia es ahora fina pero está tan empapada que ni la nota. Intenta infructuosamente hacer un ademán con las manos para llamar la atención del hombre que sigue hablando solo, pero no consigue atraer su mirada; lo mismo intenta con la señora que ha dejado de hablar y vuelve a mirar hacia ninguna parte. Se desespera y golpea la luna del duro cristal, empañado por las gotas de agua, pero como si nada; las dos personas que hay dentro no hacen ningún amago de querer corresponder a su acalorada llamada.
Parece que han pasado como unas dos horas desde que está allí, parapetada, congelada, en el tiempo y en el espacio urbano de la ciudad de la que nunca se debió marchar. No se había dejado muchas cosas en ella; se fue con la casa a cuestas como el caracol, se fue buscando el sol. Se fue al sur y hoy ha venido a saldar la última cuenta, la única que le quedaba pendiente.
continuará...

jueves, 9 de julio de 2009

LA TERTULIA - 10

Ha llegado Consuelo un poco tarde, se disculpa y después contará el por qué. Saca un cuaderno de hojas de colores y toma nota de lo que hablan. Atenta escribe y escucha hasta coger el hilo de la conversación. Lleva tantas cosas en la cabeza, que necesita trasladar sus pensamientos a la despensa a reposar por un rato y ubicarse de lleno en la tertulia. Lo consigue mientras se sirve un café; en ese momento y aprovechando un intervalo en las palabras, suelta de sopetón:
-Amigos estoy muy contenta. Me han llamado del Premio Láguena… Soy la ganadora del mismo.
Consuelo es una mujer sencilla que animada por sus hijos había presentado su novela a este certamen. Aquella historia que empezó a escribir hace ahora más de treinta años.

Y llegó el verano y la tertulia se suspendió por vacaciones; todos se despidieron y se desearon: "buenas lecturas y buenas escrituras"....Consuelo cambió el color del cuaderno y cerró los capítulos de aquella vida deseada, para seguir con otro color,el de la vida cotidiana. También había recargado su bolígrafo con tinta de otro color. Para ti sólo para ti.

martes, 26 de mayo de 2009

LA TERTULIA - 9


La artífice de ésta reunión es Inés, amiga del librero que presta la trastienda. Modera las opiniones, se implica lo necesario y ejecuta la técnica de sobra conocida por ella, como una guillotina de procedencia francesa. Es firme y contundente en la crítica; consiguiendo la disciplina que imparte con afecto en días de vinos y rosas. Conocedora de autores de la geografía literaria cercana ésta mujer que organiza, presenta y coordina, trabaja en los túneles de una mina en una empresa de gran renombre. El mineral que extrae, sólo ella sabe lo que vale.

Para ti, que escondes tras una mascara veneciana el rubor de la ironía. Quizá en otra época, en otro país o en otros jardines las flores habrían crecido sin abonos necesarios. Los que te siguen no dejaran que los cactus sean inéditos.

jueves, 12 de marzo de 2009

LA TERTULIA-8


Está Pepa sentada con una gran cuaderno en la mano; con el lápiz hace dibujos que bosquejan figuras que después describirá con palabras difíciles, de raíces griegas, sobre hojas de acanto para que floten en playas mediterráneas. El pincel y el lápiz de Pepa tienen la dulzura del merengue que hay dentro de un hojaldre a veces; otras, la acidez del limón con el que se aliña el té que toma a media tarde.
Practica la seguridad y defiende con valentía su paso por la vida. Su huella pende de las paredes que sujetan la librería.
Dedicado a ti qué pisas fuerte y te mueves con la sensibilidad de la danza clásica. Con la certeza profunda de haber entrado en la casa de la filosofía acertada. El verde de los limones pronto pasa a color amarillo sólo necesita agua y sol. Tu puedes pintar todos los colores...la naturaleza hará el resto. ¡Asómate a la ventana ! Verás el azarbe del papel.

jueves, 26 de febrero de 2009

LA TERTULIA-7


Elías, el narrador de ensayos profundos teñidos de ironía clásica. Enciende un cigarrillo y observa al equipo a través de esas lentes que acogen a timoratos personajes, llenos de sabiduría e impregnados de condicionamientos religiosos de los que se pasean por ciudades con calles que miran al mar; en una poética de falsa humildad romántica y poco convencional. Sus cuentos son transgresores, quizá como el mismo.

Para ti vendedor de historias de otros. Algún día serán las tuyas las que todos compren y no a precio de saldo.

lunes, 9 de febrero de 2009

LA TERTULIA- 6


Ha llegado Pancho, licenciado de la modernidad trasnochada.
Escribe con conocimientos prolijos. De repente tiene un tic, saca un cuaderno y mientras escucha mueve la pluma sobre la hojas en blanco. Se oculta tras su larga melena; mostrando gran sensibilidad que pesa más que la fuerza de este sansón de la Gramática. Para ti en tu impenetrable fortaleza de las letras escritas en el aire.

sábado, 17 de enero de 2009

LA TERTULIA-5

Fina, la poetisa sin rima; mujer atractiva de éxitos no contados. Siempre llega con sus infusiones de colores aromáticos, son de variopinta procedencia, buenas para el espíritu según las tomes con mayor o menor fe. Se sienta solemne en su silla y lee, como una rapsoda, reconocida. Y… no cambiará una coma aunque se lo diga su prima, o su mejor amiga.
Para tí compañera de caminos confluentes en el tiempo pero de rumbo desconocido, trás el telón de gruesa tela de esterilla blanca.

martes, 13 de enero de 2009

LA TERTULIA- 4

Martin, el librero de la experiencia. Poeta contemporáneo. Pintor de ciudades amables para sus nietos. De mirada y rostro tranquilo, aparente júbilo en su expresión y de apreciable talante en su actuación. No se moja la barriga, da consejos sabios sin fatiga. Su pelo blanco y sus ojos claros denotan vivencias atrevidas, que constatan una reposada madurez agradecida. Debe tener su biblioteca ordenada y grandes carpetas de anécdotas que impregnan su paleta de pintor, con toda la gama de colores que aplica con mucha distinción.
Para ti en la bondad y en la experiencia que transmites. En el mar, en la plaza o simplemente callejeando.

sábado, 27 de diciembre de 2008

LA TERTULIA-3


Cuando entra en la trastienda el “príncipe de las mareas”, lo hace de una forma tan prudente y silenciosa, como si este polifacético personaje del mundo subterráneo tuviera ensayado su comportamiento en ese océano, donde nada y practica a diario con los hechos que conoce tan bien. Capta en las sopas de letras el sentido y el contenido de las palabras. Oculta en sus rizados cabellos Ramón, el prodigio de encontrar la calma detrás de grande relatos.


Para tí, en lo cercano y lejano, en la luces y las sombras. Cuando te encuentre te diré quien eres y quizá se entienda todo lo que hay escrito.


domingo, 14 de diciembre de 2008

LA TERTULIA: preambulo


Están sentados alrededor de una mesa, en la trastienda subterránea de la vieja librería. La imagen recuerda a las antiguas reboticas de otros tiempos, entre frascos con olor a éter; donde se reunían los ilustres de las ciudades parar la conversación y crítica de lo acontecido en el mundo comercial y político de la urbe. De esta manera, pero rodeados de grandes estanterías repletas de libros de los más diversos temas, como todos los martes finales de mes un grupo de personas que quizá el azar o quizá la fortuna reúne. Todos tienen en común el gusto por la lectura, les une también el placer de escribir y sobre todo las ganas de aprender y compartir. Sus aficiones son diversas y sus ocupaciones cotidianas, nada extravagantes. Es un grupo muy heterogéneo y poco habitual con los tiempos que corren.

martes, 9 de diciembre de 2008

LA TERTULIA-2


Sobre la camilla de gran diámetro, cubierta por una falda de cretona, de grandes flores desgastadas por el uso, hay un tapete de ganchillo de hilo egipcio color beige y sobre él un gran cristal donde reposa una bandeja, con tazas para el café que tomaran con pastas de confitería o con el bizcocho de manzana, tan exquisito y meloso que trae Mari Luz cuando se le ocurre.

Ésta mujer de cara afable y ojos vivarachos pergeña historias que escribe y relata con gran imaginación; las elabora en su pequeña factoría, donde las inventa y desarrolla a la vez que cocina, cose o hace la compra cada día. Ella y sus relatos son su pequeño gran mundo real.

Para ti el los claroscuros de los lienzos, entre tazas y carretes, de hilos de colores.

martes, 25 de noviembre de 2008

LA TERTULIA-1


Hace rato que está sentada y en silencio la lectora de alto encanto y mirada atenta; esta mujer embelesa con su voz. Atesora en su castillo poemas de arena, que vierte por un tamiz en el badel de la conciencia. Es Paula, la que siempre escucha y también habla. Su continente es ancho y de caminos muy poblados. Para ti en tus grandes almacenes y otros lugares comunes.