La puerta del patio
El pozo y la pila de lavar, al salir de la cocina.
Esta postal es desde el tiempo rápido en el que transcurre el viaje en un tren de cercanías, desde una ciudad cercana pero desconocida, donde el río a veces se mofa del agua, desde donde los árboles singulares son de París, donde el poeta murió en la cárcel y su huerto está donde estaba y la higuera sigue dando sus frutos, el lavabo de la habitación espera que alguien se lave las manos. Buscaré una toalla para esas manos que ya no pueden escribir. Donde parece que las cebollas se quitan la ropa, el limonero respira azahar; la morera cobija la sombra tras la puerta azul, y parece que se abriera cuando llama el cabrero, cuando llega cansado por las ideas acumuladas durante el pastoreo y lo espera su mujer hambrienta de caricias. Las palmeras de la plaza tañen con sus plumas vientos del pueblo. Y cuando los vecinos de dinamita visitan la tierra con abono de estiércol. Cuando los amigos con nombre de arcángel se han ido muy temprano. Imagino que, Miguel anduvo los caminos hacia la huerta, el mar y las minas, visitando a sus amigos del alma, compañeros amigos, compañeros. Recuerdos para: Paqui, Puri, Mariola, Rafa y José Luis.
P.D. El tiempo lo ha permitido. El café, los dulces conventuales y artesanos han sido un buen refrigerio.
ups, te puse un coment y no ha aparecido.
ResponderEliminarMe gusta mucho lo del lavabo que espera unas manos, bonita postal homenaje, sobre todo porque es insinuante, que es mucho mejor!!!
un besico
La casa Museo de Miguel Hernández es un lugar que he visitado muchísimas veces, pero me duele infinito que la casa donde nació se esté dejando arruinar sin que nadie haga nada.
ResponderEliminarYo pertenezco a la Asociación Cultural Orihuela 2010
www.2m10.com
que se dedica al estudio y difusión de lo hernandiano.
Precioso el texto que has escrito.
Sensible y poético.
¡Ah, se me olvidaba! Mi hija vio un pez luna enorme en Cabo Palos, y dice que hizo unas fotos buceando preciosas. También coincidió en Cartagena con Arturo Pérez Reverte, que amarró su barco, que se llama "Corso", al lado del Meche III.
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