No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo. Oscar Wilde

viernes, 1 de octubre de 2010

LA ESPERA / 2

La palabra era fácil, pero la retención de las cosas no, y sobre todo los textos o los nombres que se han quedado suspendidos sobre el aire de una noche oscura. Aparecen las sombras que remueven el poso salpicando las palabras en el agua del bache. Otras veces se convierten en socavones difíciles de superar. Como ahora. Sobre las baldosas encuentra una hoja que el otoño ha dejado caer. La mira. Está ahí, sola, seca, caduca. Retiene en su mirada sentimientos que ahora no vienen al caso. Todo hace pensar que la vida no le sonríe demasiado.
La palmera se ha curvado quedando estéril. Está afectada por una enfermedad grave e incomprensible para la naturaleza. A su lado, la morera que cada año volverá a brotar, con hojas verdes y estiradas que sólo el otoño tirará. Su universo personal es como un planeta, hoy la angustia lo ha invadido en una tormenta perfecta. Cerca en los parterres cuidados por los jardineros se encuentran setos llenos de geranios rojos, abonados con un compuesto preparado con mucho mimo, cariño y dedicación. Son el ornamento de la ciudad, igual que debería ser: el de las vidas cotidianas, el de aquellos que la transitan. Para ella lo quisiera
Las temperaturas suaves no salen del soto del otoño. Las hojas, lentas, caen de los árboles con su trémulo color amarillo. Ella, sigue caminando en su deambular anónimo.
Han vuelto a podar la morera y le han abierto heridas, dejándolas a la intemperie. Alguien en el municipio se ha equivocado de lugar, de hora y de año, no es la estación adecuada para esta labor. Los barrenderos mecánicos llevan horas y horas recogiendo las astillas y el serrín de las aceras. Así se siente, como los restos de la poda.

Continuará...

11 comentarios:

  1. Así me siento, como los restos de la poda...

    Besicos

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  2. Como Mercedes, así me siento también "como los restos de la poda".
    Crece mi tensión con tu relato. Me está gustando mucho. Tus palabras se funden sabiamente. Las descripciones son soberbias.
    Te resalto el inicio de esta segunda parte: "La palabra era fácil, pero la retención de las cosas no, y sobre todo los textos o los nombres que se han quedado suspendidos sobre el aire de una noche oscura." Es sublime, magnífico.
    Continuaré esperando.
    Besicos, querida Cabopá.

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  3. Me da una rabia que poden las moreras de ese modo salvaje cada año...
    El texto es muy bonito, Cabopá.

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  4. Precioso relato Cabopá, por suerte, aún llego a tiempo de seguirlo. Abrazos ;-)

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  5. Uy, ese sentimiento es como una plaga...
    Besos grandotes.

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  6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  7. La poda y la caída de la hoja tienen un regusto amargo a tristeza, a decadencia, a desolación... Me viene a la memoria aquello que decía Espronceda en "El estudiante de Salamanca". Creo que era así: "Hojas del árbol caídas,/ juguetes del viento son./ Las ilusiones perdidas /¡ay! son hojas desprendidas /del árbol del corazón."

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  8. Me produce cierta tristeza tu relato, Cabopá. Nada parece estar en su sitio, lo que está fenece y lo que se hace, se hace mal.

    Esperemos que todo mejore.

    Besos.

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  9. Hola, bello blogg, bonita entrada, gracias por compartirla, te encontré en un blogg común, si te gusta la poesía te invito al mio,será un placer,es,
    http://ligerodeequipaje1875.blogspot.com/
    muchas gracias, buena tarde,besos.

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  10. Mejora el relato, el interés por la siguiente entrega, que ya está publicada y que me voy a leerla ahora mismo.

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