Ah, ese placer de una bebida bien caliente a solas, tapadita con una manta, antes de ir a dormir, en silencio... Es un ritual maravilloso, relajante y encima ¡barato! Yo prefiero el poleo-menta por mi garganta siempre necesitada de un bálsamo dulce y caliente. Un beso, querida amiga.
"Sobrevivir las horas asomada al mirador de la noche" Me ha parecido una descripción perfecta para esos momentos de insomnio, en los que me paseo por casa o me asomo a la ventana y siento que el espacio y la noche son solo míos. Besos, Carmen
Me gusta la madrugada, aunque la mía es la tempranera, la que ve nacer el día. A esas horas, el silencio propicia las palabras y la mente está bien despierta. Y no sobrevivas, amiga Cabopá, vive, vive la madrugada con sus ecos líricos, como aquí has hecho. Besicos.
Me encanta la noche, llena de silencios... también repleta de trampas, de desvíos eternos que no llegan a ningjna parte... tus versos me hicieron recordar un poema de Cristina Peri Rossi, dice así:
"Amo la noche porque todo es posible especialmente el absoluto especialmente lo que no se tiene especialmente lo que nos falta especialmente su fugacidad.
Siempre hay tiempo... ...para que amanezca mañana."
A lo de la infusión me apunto, pero hoy casi que me haré un brebaje de esos para aliviar los resfriados, que estoy hecho un trapo :)
Amiga, me invitas a un té?? trasnocharemos en sosegada compañía...
ResponderEliminarBesitos silentes de madrugada
Te invito Cabopa...Mientras contemplaremos las estrellas trazando sus caminos en la mar...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Mi Fuensanta y yo somos más de café de olla con anisico, pero tus versos nos sirven igual, porque no tiene cafeína.
ResponderEliminarBesicos.
Sobrevivir a las horas asomada al mirador de la noche. Magnífico. Un beso Cabopá. MAR HORNO.
ResponderEliminarCabopá, que bonito pareado nocturno y con mucho té.
ResponderEliminarMe gusto.
Bessets.
Una infusión para la confusión, la contusión y la indefensión.
ResponderEliminarLa cicuta no vale.
Un saludo.
Muy bonito Carmen¡¡
ResponderEliminarA esas horas estoy yo en el septinmo sueño.
Un abrazo fuerte desde mi Librillo.
Adoro las infusiones, no perdono una por la noche, y tus versos me saben a fórmula arcana para hallar la tranquilidad y el bienestar.
ResponderEliminarUn besico
Ah, ese placer de una bebida bien caliente a solas, tapadita con una manta, antes de ir a dormir, en silencio... Es un ritual maravilloso, relajante y encima ¡barato! Yo prefiero el poleo-menta por mi garganta siempre necesitada de un bálsamo dulce y caliente.
ResponderEliminarUn beso, querida amiga.
soy una adicta a las infusiones, en la madrugada relajan y te calienta por dentro, la mente es algo más complicado de manejar.
ResponderEliminarbesitos
Las infusiones no me gustan porque aólo me las hacían tomar de pequeña cuando estaba malita.
ResponderEliminarBesos
Un verdadero lujo el recipiente. ¡Qué bien sientan!
ResponderEliminarBesos.
"Sobrevivir las horas asomada al mirador de la noche" Me ha parecido una descripción perfecta para esos momentos de insomnio, en los que me paseo por casa o me asomo a la ventana y siento que el espacio y la noche son solo míos.
ResponderEliminarBesos, Carmen
Me gusta la madrugada, aunque la mía es la tempranera, la que ve nacer el día. A esas horas, el silencio propicia las palabras y la mente está bien despierta.
ResponderEliminarY no sobrevivas, amiga Cabopá, vive, vive la madrugada con sus ecos líricos, como aquí has hecho.
Besicos.
Me encanta la noche, llena de silencios... también repleta de trampas, de desvíos eternos que no llegan a ningjna parte... tus versos me hicieron recordar un poema de Cristina Peri Rossi, dice así:
ResponderEliminar"Amo la noche
porque todo es posible
especialmente el absoluto
especialmente lo que no se tiene
especialmente lo que nos falta
especialmente su fugacidad.
Siempre hay tiempo...
...para que amanezca mañana."
A lo de la infusión me apunto, pero hoy casi que me haré un brebaje de esos para aliviar los resfriados, que estoy hecho un trapo :)
Un abrazo
Me encantan las madrugadas.
ResponderEliminarEl silencio roto por el ras ras de las escobas y algún mirlo equivocado que canta entre las hojas.
Mucho besos, cielo.