Lo que les ha unido hoy es una fiesta de cumpleaños. Ellos no son conscientes de que existe algo más, algo supremo, algo más que el mero hecho de ser compañeros de colegio y de aula. En realidad la unión de estos chavales es un lazo natural que ocurre cuando no existen barreras culturales, ni de origen, ni de lengua, ni color. Están ahí porque son niños y en el futuro serán adultos con multitud de ideas y cosas en común.
La imagen es festiva, extraordinaria, multirracial. Su textura tiene grandes tintes de sencillez e inocencia. Sólo el azar la ha hecho posible, sin prejuicios ni ideas preconcebidas o cargadas de matices absurdos. La normalidad de esta fiesta no debería nunca ser empañada por aguas turbias que vienen de la mano de ríos revueltos, por tantos y tantos agitadores de ganancias efímeras.
Lo más significativo en esta fiesta es la comunicación: la palabra. Lo sorprendente, que ninguno tiene una lengua común. A la mesa están sentados: un marroquí, un ruso, un chino, un senegalés, una latina y dos españoles. El lazo que los une es la hermandad de ser niños; trabada por un lazo sin color exclusivo. En esta reunión están todos los colores del arco iris y si no están, habrá que inventarlos. Ha prevalecido el lenguaje de la amistad y el entendimiento, que siempre es posible. No han hecho falta grandes palabras, ahí están los signos y con ellos se han entendido, en sana paz y avenencia. No han hecho falta grandes mesas adornadas con grandes ramos, banderas o banderolas para igualar por el mismo rasero. Un sortilegio parecía desprenderse de aquella escena única que yo presencié.
Jamás olvidaré la magia de aquella escena llena de tanta realidad. Hoy he vuelto a pasar por aquel jardín y he visto a todos, jugando al corro cogidos de la mano. Eran: Enma, Li-Chu, Jorge y Paula, Bato, Jaroslav y Abdulá.
La imagen es festiva, extraordinaria, multirracial. Su textura tiene grandes tintes de sencillez e inocencia. Sólo el azar la ha hecho posible, sin prejuicios ni ideas preconcebidas o cargadas de matices absurdos. La normalidad de esta fiesta no debería nunca ser empañada por aguas turbias que vienen de la mano de ríos revueltos, por tantos y tantos agitadores de ganancias efímeras.
Lo más significativo en esta fiesta es la comunicación: la palabra. Lo sorprendente, que ninguno tiene una lengua común. A la mesa están sentados: un marroquí, un ruso, un chino, un senegalés, una latina y dos españoles. El lazo que los une es la hermandad de ser niños; trabada por un lazo sin color exclusivo. En esta reunión están todos los colores del arco iris y si no están, habrá que inventarlos. Ha prevalecido el lenguaje de la amistad y el entendimiento, que siempre es posible. No han hecho falta grandes palabras, ahí están los signos y con ellos se han entendido, en sana paz y avenencia. No han hecho falta grandes mesas adornadas con grandes ramos, banderas o banderolas para igualar por el mismo rasero. Un sortilegio parecía desprenderse de aquella escena única que yo presencié.
Jamás olvidaré la magia de aquella escena llena de tanta realidad. Hoy he vuelto a pasar por aquel jardín y he visto a todos, jugando al corro cogidos de la mano. Eran: Enma, Li-Chu, Jorge y Paula, Bato, Jaroslav y Abdulá.
La imagen hablaba la misma lengua. Los nombres, los puse yo.
La infancia tiene un sabor especial de inocencia, de edad no adulterada por intereses y prejuicios, donde la comunicación no necesita de palabra, sólo de gestos.
ResponderEliminarMe ha gustado tu final: "La imagen hablaba la misma lengua. Los nombres, los puse yo."
Besitos
Los niños no entienden de prejuicios raciales o culturales y hablan la misma lengua, la de la infancia.
ResponderEliminarUn saludo.
He leido los tres lenguajes de signos, hoy, de un tirón, y desde luego son como un canto de esperanza.
ResponderEliminarSi no lo consiguen las nuevas generaciones, así, espontaneamente, sin plantearse diferencias culturales o etnicas, desde luego nuestra actual generación de politicos y gobernantes parecen negados a entenderse con otros mundos.
Las diferencias prevalecen sobre los objetivos comunes y necesarios para que este planeta sobreviva a la destrucción.
Confiemos que los niños de hoy cambien las mentalidades arcaicas y racistas que imperan y dirigen nuestros destinos.
Un besito, Mari Carmen.
Esto es escribir y lo demás son cuentos.
ResponderEliminar¿Qué haremos de mal los adultos para que estos niños terminen distanciándose entre ellos?
Banderas, razas, patrias, honor...estas palabricas tienen la culpa.
De todas formas me quedo con el placer de leerte. Tres entradas magníficas, tres.
Besicos.
Maricarmen,
ResponderEliminarLo que cuentas es una historía muy bonita, casí una utopia en la identidad nacional, en la que pone fronteras para diferenciarnos y separarnos, en la que reparte el territorio, la lengua y el dinero, en la que el mejor lo gestiona es más, porque tiene más... pero no me quiero referir a eso.
Me quiero referir a la claridad y coherencia de la historia contada, a que aunque has utilizado lenguaje con metáforas en alguna ocasión no lo has oscurecido y has dicho lo que quieres decir y eso me gusta, porque has ido creándolo desde un trayecto, descripciones e imagenes, con un recorrido por el pensamiento de otros tiempos y el presente discurriendo por las calles de la ciudad, donde te detienes para observar y nos abres la ventana para que podamos ver y veamos lo que nos cuentas y eso me gusta, me gusta que nos lo hayas ido descubriendo poco a poco, y no me refiero a las 3 partes, me refiero a que has creado un clima de "tensión" por donde nos podías llevar a cualquier otro sitio, y nos has ido descubriendo el camino de lo que nos ibas contando poco a poco, y en el desenlace nos has permitido relajarnos para llegar a una felicidad pretendida. No hay por qué escribir sobre cosas horribles para contar una buena historia y tú aquí lo has demostrado hablando de las cosas buenas y bonitas de la vida.
La vida interior está en el exterior, dejémonos de bobadas. Eso también lo acabas de demostrar y descubrir aquí.
Muchos besos
Pd. Ya llevo una semana y media currando, casi no tengo tiempo para el blog.
He tenido algo abandonados a los amigos debido a las fiestas de mi pueblo, que hay que vivirlas porque se celebran una vez al año, como en todas partes. He visitado hoy tu blog y me he encontrado con esas entradas que contienen un mensaje de fraternidad que, por desgracia, se va deteriorando a medida que esos chavales, sin prejuicios, van creciendo.
ResponderEliminarQué bueno sería que aprendiéramos de la naturalidad y la falta de prejuicios de los niños.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho leerte en estos post que hablan de la comunicación sin fronteras.
Un beso,